El cultivo del azafrán ha vuelto a ganar protagonismo en los campos de la comarca turolense del Jiloca tras varios años en los que su presencia llegó a ser casi residual. De hecho, la superficie cultivada se ha multiplicado por seis en el último lustro, pasando de cinco hectáreas en el 2012 a las 30 actuales, un aumento espoleado por las subvenciones otorgadas por la Diputación Provincial de Teruel con los fondos procedentes del Fite.

Lógicamente, este crecimiento también ha elevado el número de agricultores: la Asociación de Productores de Azafrán del Jiloca (Azaji) nació hace nueve años con ocho miembros y actualmente suman 26. Y eso que en Azaji no están todos los productores (aunque sí los más grandes). Desde la asociación confían en que este número aún pueda crecer más en el futuro. Para ello, están ultimando la creación de la marca Azafrán de Teruel, denominación bajo la que se distribuirán sus productos. «La producción de este año ya saldrá con nuestra marca», destaca el presidente de Azaji, Ángel Roza, que apunta que esta campaña puede ser el «punto de inflexión» del sector en la comarca. «O vamos hacia arriba o nos quedamos estancados», indica.

Todo dependerá también de la evolución de los precios. El año pasado las empresas pagaban el kilo de azafrán a los productores turolenses a 2.200 euros, cuando los costes de producción rondan los 2.500 euros. Estas bajas retribuciones están impidiendo que las plantaciones se expandan con más fuerza, algo que la nueva marca de calidad podría ayudar a cambiar. «Si auditamos y controlamos la producción será más fácil exigir mejores precios», indica Roza, que apunta que en las ventas a menor escala (al consumidor final o restauración) las tarifas suben hasta los 10-12 euros el gramo.

Nadie duda de que una mayor implantación del cultivo en la zona también impulsaría las cifras de empleo. Actualmente, las explotaciones apenas están profesionalizadas y para la recogida del azafrán se recurre sobre todo a la familia. «La contratación de temporeros no es significativa; este año no llegaremos a los 100 puestos creados», señala Roza.

La asociación también confía en la nueva marca de calidad, que funcionará «como una especie de denominación de origen», para fomentar las exportaciones. «Ya estamos en Suecia, Alemania, China y algún país árabe, pero para seguir creciendo necesitamos esta certificación», afirma.

La cosecha de este año, cuya recolección comenzó a principios de octubre y finalizará en unos días, no va a ser excesivamente buena «debido al calor del pasado invierno». «Las explotaciones de secano apenas han tenido producción y en las de regadío estaremos un 15% por debajo del 2016», explica Roza, que estima que este año se recogerán en la provincia unos 20 kilos de esta especia tan apreciada a nivel gastronómico en todo el mundo.