Pese a la reactivación del mercado inmobiliario a principios del 2014, la inversión en vivienda cerró el año pasado en el 5,5% del PIB y la destinada a la construcción en el 5,1%, lejos de los niveles previos a la crisis (12% y 9,4%, respectivamente). Las compraventas aumentaron un 10%, hasta superar las 550.000, pero todavía están lejos del promedio anual de 885.000 del periodo 2004-2007. Los precios han subido un 22% desde el mínimo de hace cinco años, pero siguen un 31% por debajo de los máximos registrados en el año 2007.

La recuperación de la iniciación de obras nuevas va con retraso (100.733 en el 2018 frente a los 865.561 de 2006), lo que se debe en parte a que aún quedan 500.000 casas nuevas sin vender, si bien el Banco de España señala que la lenta absorción de este estoc responde entre otros factores a un «cierto desajuste entre las características de las viviendas demandadas, entre las que estaría la localización, y las de las viviendas disponibles para la venta».

Paralelamente, el tipo medio de las hipotecas, excluidos los gastos, ha bajado del 3,1% de principios del 2014 al 2,1% de febrero del 2019. Como muestran los datos del Colegio de Registradores, la ratio entre el importe de la hipoteca y el valor de compraventa de la vivienda más habitual entre el año 2004 y el 2007 era del 107% y desde el 2012 está en un mucho más saludable 80%.

El porcentaje de las solicitudes de préstamos denegados ha tendido a reducirse desde el 2015, según una encuesta que realiza periódicamente el Banco de España.

Las nuevas operaciones crecen con fuerza pero el saldo de hipotecas sigue cayendo porque las amortizaciones (devolución de capital) son mayores, si bien el descenso es cada vez más suave (del 3,7% a finales de 2014 al 1,1% en febrero), según los datos del Banco de España.