A pesar de la recuperación económica, los salarios pierden peso en el conjunto de la riqueza del país. El año pasado, su proporción respecto del producto interior bruto (PIB) descendió hasta el 47,29%, el menor nivel en 30 años, mientras que los beneficios empresariales y las rentas del capital no han dejado de ganar terreno últimamente.

Desde 1989, cuando suponían el 46,41%, las remuneraciones recibidas por los trabajadores no alcanzaban un nivel tan bajo o, dicho de otra forma, no obtenían una porción tan pequeña de la tarta económica. En contrapartida, los beneficios obtenidos por las compañías, así como los rendimientos del capital, se han situado en niveles récord.

En los últimos años se ha agravado la situación de los salarios. En el periodo entre el 2008, cuando estalló la crisis, y el ejercicio pasado, las remuneraciones de los asalariados acumularon un descenso de casi el 1,7%, hasta los 550.272 millones de euros. Aún se encuentra lejos del nivel récord de 559.777 millones de hace una década, cuando las nóminas suponían más del 50% de la riqueza. En ese mismo periodo, los beneficios empresariales y los intereses, los dividendos y las rentas del capital acumularon un aumento del 6,12%, hasta 493.627 millones de euros, valores que no se lograron ni siquiera antes de que estallara la crisis.

RECUPERACIÓN DESIGUAL / Según explicaba el exministro Jordi Sevilla, «la recuperación tampoco está llegando a los trabajadores. La moderación salarial, impuesta en época de crisis, se está extendiendo más allá de lo razonable». Aunque aún hay casi dos millones menos de ocupados que antes de la recesión, la riqueza que genera el país sí que ha alcanzado e incluso superado esas cotas (ya lo hizo en el 2016), con 1,16 billones de euros en el 2017.

De hecho, la distancia entre la cantidad total de salarios pagados durante el año pasado y la de beneficios y rentas del capital alcanzó la distancia más corta en los últimos años, según se desprende de los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Estas cifras reflejan que la salida de la crisis no es para todos igual. En especial, para los asalariados, con la excepción de los sueldos de lujo de los máximos directivos de grandes compañías como las que cotizan en el Ibex 35, lo que se traduce en elevados niveles de desigualdad y un crecimiento poco inclusivo, según denunció recientemente el Foro Económico Mundial, elitista club económico que se reúne anualmente en la ciudad suiza de Davos.

Los últimos datos del Banco de España reflejan que las ganancias de las empresas aumentan a un ritmo mucho mayor que los incrementos salariales. Aunque menos que en el 2016, con un alza del 17%, el resultado ordinario neto de las empresas no financieras creció el 7,4% el año pasado, impulsado por los dividendos y el descenso de los gastos financieros, según los datos del instituto emisor.

COSTE SALARIAL / Por su parte, el coste salarial (que comprende todas las remuneraciones, tanto en metálico como en especie) subió el 0,5% respecto al cuarto trimestre del 2016, con lo que se situó en una media de de 2.020,1 euros por trabajador y mes. Los costes laborales, en los que se incluyen las cotizaciones sociales, avanzaron el 0,7%, hasta los 2.668,84 euros por trabajador y mes.

Según los datos del Ministerio de Empleo, los incrementos salariales pactados en convenios colectivos de más de siete millones de trabajadores fueron del 1,43% en diciembre del año pasado, si bien la media fue del 1,14% en los pactos en empresas y del 1,45% en los de un ámbito superior, que son los que tienen mayor número de beneficiarios.

El mercado de trabajo ha sido uno de los grandes perjudicados por la crisis. No solo hubo quienes perdieron su empleo, sino que aquellos que lo mantuvieron se vieron afectados por una política de devaluación salarial potenciada por la reforma laboral. A su vez, los salarios, que suponen en torno al 86% de toda la recaudación por el impuesto de la renta, fueron los que soportaron la parte del león de la subida del IRPF con la llegada del PP al Gobierno en el 2012. El incremento se revirtió en parte en el 2015.

La necesidad de aumentar los salarios que, a su vez, se traduciría en un alza de las cotizaciones sociales para las pensiones públicas, ha sido reclamada ya por el Ejecutivo. Una señal de ello es el salario mínimo interprofesional, que aumentará el 20% en tres años, hasta 850 euros en el 2020. Otro indicador es el acuerdo para subir el salario a los funcionarios del 6% al 8% hasta el 2020.