Durante los últimos años de la crisis, la caída del precio del petróleo ha marcado un periodo deflacionista de la economía mundial. Esa situación parece que llega a su fin. El fuerte descenso registrado en la primera mitad del 2016 ocasionó un sonado descenso de las bolsas al que se sobrepusieron una vez quedó claro que se trataba de un problema de la oferta y no de la demanda. Algo más controlada la disputa entre los productores, los precios han comenzado a recuperarse y se han trasladado a las tasas de inflación, como refleja el dato de diciembre de Eurostat. Las previsiones apuntan a un crecimiento de hasta el 1,7% en el 2017, frente al 0,8% del 2016.

Con los precios al alza, los tipos de interés se moverán en el mismo sentido. «La regla de Taylor, que sigue la Reserva Federal para fijar tipos de interés, señala que ahora deberían estar por encima del 4% en aquel país. Han comenzado a subirlos más tarde que la última vez en que se inició una fase alcista, pero ahora la subida es inevitable», afirma Jaume Puig, director general de la gestora de GVC Gaesco. Europa va con cierto retraso con respecto a EEUU y el Banco Central Europeo (BCE) mantiene su programa de liquidez. Pero ya se han marcado los plazos para su reducción en la medida en que la inflación y la economía despunten. Está claro que ese panorama -las primeras subidas se esperan en el 2018- tendrá un efecto concreto en los mercados: «Subida de las bolsa, liderazgo de los valores cíclicos y hundimiento de los mercados refugio en estos últimos años», agrega Puig.