Antes de acabar de levantar el vuelo, la economía española presenta en el tercer trimestre signos de una debilidad que, en el contexto de una zona euro «en punto muerto» (en expresión del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi), extiende sombras de preocupación.

A dos días de que el Gobierno presente, el viernes, su proyecto de Presupuestos del Estado para el 2015 el Banco de España constató ayer la existencia de un frenazo en la demanda privada interna (consumo e inversión), así como «una cierta moderación de la creación de empleo en julio y agosto, con respecto al dinamismo observado en la primera mitad del año», al tiempo que se prolonga la moderación salarial de los últimos trimestres.

El parón de la economía europea, por su parte, contamina ya a la española por la vía de un menor crecimiento de las exportaciones que contribuye a duplicar el déficit comercial respecto al de hace un año.

El Gobierno, por su parte, mantiene el propósito, anunciado por el propio presidente Mariano Rajoy, de revisar al alza la previsión de crecimiento del 1,2% de este año. Aunque el ministro de Economía, Luis de Guindos dio a entender que la revisión podría llegar al 1,5% todo apunta ahora a que el alcance será algo menor (hasta el 1,3% o el 1,4%). Para el 2015, se prevé pasar del 1,8% al entorno del 2%.

El propio De Guindos ha reconocido que el entorno ahora es menos favorable que hace unos meses, pero el Gobierno entiende que las reformas acometidas en la economía española -en particular, en el sector financiero- permitirán sacar partido de las medidas puestas en práctica por el BCE para estimular el crédito. Además, se subraya que la devaluación del euro inducida servirá de apoyo al sector exterior.

Panorama sombrío

En su informe mensual difundido ayer, el Banco de España interpreta que «la información más reciente, referida al tercer trimestre, parece indicar un comportamiento algo menos expansivo de la demanda privada», tanto del consumo como de la inversión. En esta dirección apuntan indicadores tales como las encuestas de opinión, la matriculación de coches, las ventas de grandes empresas, las del comercio minorista y la producción de bienes de equipo y otros relativos al sector de la construcción.

En el sector exterior, el informe percibe, que «los flujos de comercio de bienes experimentaron un repunte significativo en julio», tanto por el lado de las exportaciones como por el de las importaciones. Sin embargo, se subraya que en términos acumulados, el déficit comercial ascendió a 13.700 millones de euros, algo más del doble que en el mismo peroodo del año anterior. Los indicadores relativos al sector turístico, sin embargo, «confirman la fortaleza del sector durante la temporada de verano entre enero y julio».

Como resultado de todos estos elementos, según los datos provisionales de la balanza de pagos, «la economía española mostró en junio una capacidad de financiación de 1.000 millones de euros, algo menos de la mitad de la cifra registrada en el mismo mes del año anterior». En términos acumulados, se registra una necesidad de financiación exterior de 5.900 millones en el conjunto del primer semestre del 2014, frente a la capacidad de financiación de 2.900 millones en igual periodo del 2013.

Si el año pasado, la capacidad de financiación de la economía española (del 1,5% del PIB) era exhibida por el Gobierno como la prueba definitiva de su saneamiento, la necesidad de financiación exterior que se avecina en el 2014 podría afear ahora el discurso oficial.

Por el lado de la oferta, la información relativa a la actividad industrial apunta hacia «una cierta moderación en el ritmo de crecimiento observado hasta el segundo trimestre» mientras que los indicadores referidos al sector servicios, por su parte, «continuaron mostrando síntomas de fortaleza durante el tercer trimestre». Los indicadores relativos a la evolución de los costes laborales prolongan la pauta de moderación salarial de los últimos trimestres.