El Corsa de Aragón volvió a triunfar en París 32 años después. Cuando en 1982 se presentó en la capital francesa el primer automóvil que se producía en la fábrica de Figueruelas, General Motors presumía de nueva planta en Europa, de una factoría con futuro que iba a servir para mucho más que un complemento a las que ya existían en este viejo continente. Después de muchos avatares y de un auténtico plan renove, ayer la cúpula de Opel presumió de fábrica, le lanzó piropos y confirmó lo que se viene oyendo en los últimos años: que Zaragoza es una apuesta empresarial, un punto de producción estratégico para la multinacional. Es un éxito que Aragón debe compartir porque lo que triunfa es un producto de la tierra. La especialidad industrial de la zona es la fabricación de automóviles y a ello ha contribuido una empresa auxiliar a Opel capaz de incardinarse en cualquier mercado y con cualquier tipo de producción, pero también una plantilla y unos sindicatos que han vivido jornadas muy amargas pero que han sabido jugar las bazas necesarias para hacer una renovación en todos los sentidos y hacer ver a la compañía automovilística que Zaragoza es una buena plaza. Ahora toca vender el Corsa. y seguir con el Mokka y el Meriva. Si no falla nada, se logrará capear un poco mejor la crisis económica en la comunidad, porque hay mucho que depende de estos coches. Y podremos seguir sacando pecho.