La victoria de Donald Trump estaba llamada a ser algo parecido a una catástrofe para las bolsas. O eso se presuponía. En las jornadas previas a las elecciones, los analistas de grandes bancos multinacionales advirtieron de que un triunfo inesperado del magnate desataría una espiral de ventas y el mayor fondo de capital riesgo del mundo, Bridgewater Associates, llegó a predecir que el índice Dow Jones perdería cerca de 2.000 puntos. Pero también ellos se equivocaron. La zozobra duró solo unas horas. Desde el 9 de noviembre, los parquets estadounidenses viven espoleados por un optimismo que ha llevado los índices Dow Jones y Standard and Poor's a alcanzar máximos históricos.

"Las acciones han subido y los bonos del Tesoro han bajado, mientras el dólar se apreciaba. Les ha ido mejor a las compañías orientadas principalmente al mercado estadounidense que a las más expuestas internacionalmente", dice Ben Branch, profesor de Finanzas de la Universidad de Massachusetts-Amherst, a modo de resumen de lo que ha ocurrido desde que el republicano ganó las elecciones. "Detrás de este optimismo subyace la expectativa de que las políticas de Trump acelerarán el crecimiento", añade en una entrevista.

REBAJAS DE IMPUESTOS

El magnate ha prometido doblar el paso actual para crecer en torno al 4% anual. Pretende hacerlo a base de rebajas de impuestos, que en el caso de las empresas pasarían del 35% al 15%, y al aumento del gasto público. Para remozar las infraestructuras, propone unainversión público-privada de 1.000 millones de dólares. Y quiere además engordar Defensa, a pesar de que Estados Unidos gasta más en materia militar que los siete países juntos que le siguen en la lista. A ese programa de estímulo, habría que añadir sus intenciones desregulatorias para la banca, el medioambiente o el mercado laboral.

"Yo creo que las regulaciones de los últimos ocho años han lastrado el crecimiento", dice el expresidente de la Reserva Federal de San Luis,Bill Poole, quien fuera durante una década miembro del órgano ejecutivo de la Fed. "Parece claro que si se reducen las regulaciones medioambientales, se construirán los oleoductos Keystone XL y Dakota Access o la terminal de gas natural en Oregón, que por el momento están paralizados. Todo eso ayudará a que siga creciendo la producción de petróleo y gas, así como las exportaciones de hidrocarburos".

Aunque nadie sabe si Trump podrá poner en práctica sus planes, cuenta a su favor con un Congreso de mayoría republicana en las dos cámaras y un gabinete construido a medida para sacar adelante sus propuestas, una mezcla de recetas neoliberales y keynesianas. Pero Poole no tiene tan claro que la euforia en los mercados vaya a continuar. "Teniendo en cuenta cómo fluctúan los mercados, no sería de extrañar que en dos semanas haya desaparecido y entonces nos preguntaremos qué fue de esa breve bonanza", dice el antiguo gobernador de la Reserva Federal.

AMENAZAS SOTERRADAS

Muchos expertos creen que, por el momento, los inversores están descontando los aspectos más perturbadores del programa económico de Trump, como su agenda comercial proteccionista o sus planes para deportar a millones de inmigrantes indocumentados que nutren actualmente el mercado laboral. "El proteccionismo dañaría el crecimiento porque el libre comercio es uno de los elementos que lo induce y porque posiblemente generaría represalias de otros países", asegura Poole. En una guerra comercial con China, la industria agrícola estadounidense sería a su juicio una de las más perjudicadas.

Trump está enviando otras señales preocupantes para los partidarios de la ortodoxia del libre mercado, la ideología predominante en EEUU, particularmente en el Partido Republicano. Desde que ganó las elecciones ha interferido personalmente en las decisiones de algunas empresas. El caso más conocido es el de Carrier, una empresa de sistemas de refrigeración de Indiana. Tras criticarla frecuentemente durante la campaña, el magnate negoció con la compañía para que diera marcha atrás en sus planes para trasladarse a México. A cambio de 7.000 millones en rebajas fiscales a cargo de los contribuyentes de Indiana, Trump consiguió que aceptar mantener en el estado cerca de 700 empleos de los 2.100 que pretendía deslocalizar.

"Esto es un gran ejemplo de lo que llamamos capitalismo de amiguetes, es decir, darle a ciertos individuos, empresas o intereses especiales beneficios que se niegan al resto", afirma Poole, un "libertario" en la tradición de Milton Friedman y Friedrich von Hayek, dos de los padres del neoliberalismo. Esta semana se ha anunciado que otra empresa de Indiana se marchará a México despidiendo por el camino a sus 300 empleados. Lo único que ha hecho Trump al respecto ha sido quejarse en Twitter.

Nadie sabe cuánto tiempo durará el ‘efecto Trump’ en los mercados, pero por el momento el perfil de los nombramientos de su gabinete y sus planes económicos han impulsado a ciertos sectores. La industria militar, las petroleras, las constructoras y los bancos son los primeros ganadores. No son más que una presunción porque su presidencia todavía no ha comenzado.