Hasta 45 céntimos de cada euro aportado a un plan de pensiones se ahorran en impuestos. Las gestoras de bancos, cajas y aseguradoras han convertido ese atractivo fiscal sin competencia en la principal herramienta mediante la que prevén captar unos 5.000 millones de euros (831.930 millones de pesetas) a lo largo de noviembre y diciembre. Durante estos dos meses, obtienen en torno al 60% de las aportaciones de todo el año a planes de pensiones individuales, según diversas entidades. Jamones, vino, rentabilidad asegurada o adicional y regalos son ya un clásico prenavideño.

Aunque públicamente ninguna gestora muestra temor a un frenazo en las contrataciones ante un posible cambio en la tributación, en privado critican las reflexiones hechas por el secretario de Estado de Hacienda, Miguel Angel Ordóñez, cuando insinuó una "suavización" de la fiscalidad de los planes. De hecho, mientras el partícipe está en activo, los planes de pensiones son "el producto estrella para reducir la cuota del IRPF", destaca Ignasi Casanovas, de Laudis Consultor.

BUSQUEDA DE RENTABILIDAD José Antonio Iglesias, subdirector de Caifor, y segunda gestora en España, destaca que los partícipes persiguen "un producto de ahorro más que de inversión, es decir, una rentabilidad por encima del coste de la vida, pero sin sustos". En todo caso, destaca la rentabilidad fiscal: se deja de tributar por una parte y se obtienen rendimientos por la totalidad de lo aportado. Javier de Antonio, director general de Winterthur Vida y Winterthur Pensiones, está convencido de que a lo largo de los años se ha impuesto una cultura de contratación "por la fiscalidad".

El representante de Winterthur aconseja fijarse en la rentabilidad histórica y recuerda que casi la mitad de los partícipes se decantan por los planes en los que la bolsa y la renta fija se distribuyen a partes iguales, por lo que triunfa la opción por productos de escaso riesgo.

La rentabilidad se ha convertido en tema de discusión. El director general de Seguros, Ricardo Lozano, criticó esta semana la excesiva "bancarización " de este producto, que algunos críticos ven como fondos de inversión disfrazados. "Si el riesgo financiero ha de recaer en el partícipe, no hace falta ponerle el sello de plan de pensiones", sentenció Lozano tras participar en una jornada en Barcelona. Reclamó un compromiso de las gestoras, tanto en materia de política de inversión como de comisiones, situadas en un 2% "en un entorno de intereses del 3%". Algunas entidades interpretan estas palabras como un aviso para que se potencien los planes de previsión asegurados (PPA), lanzados el año pasado.

Con la misma tributación que los planes de pensiones, los PPA garantizan una rentabilidad y una prestación. Con los planes, el titular decide al jubilarse cómo quiere cobrar la prestación tras asumir durante toda la vida activa el riesgo financiero de la inversión.