Los trabajadores de la fábrica de Opel, filial de General Motors (GM), en Bochum (Alemania) acordaron ayer poner fin a la huelga que mantenían desde el pasado jueves como un desesperado intento destinado a impedir el despido de más de 4.000 operarios. El drástico recorte de la plantilla anunciado por GM como parte de un plan de saneamiento incluye el despido de 10.000 trabajadores en Alemania de un total de 12.000 en toda Europa.

El presidente del comité de empresa de Opel en Bochum, Diezmar Hahn, dijo ayer que una amplia mayoría de los trabajadores (6.500) decidieron volver a sus puestos de trabajo, mientras que 1.700 se manifestaron a favor de continuar la huelga. La planta de Bochum fabrica los modelos Astra y Zafira y también motores y ejes que se envían a otras fábricas, por lo que la huelga había obligado a parar la producción en las cadenas de Rüsselheim, en el oeste de Alemania, en Amberes (Bélgica) y en Ellesmore Port, en el Reino Unido.

Según Opel, la huelga de Bochum obligó a dejar de producir unos 5.500 vehículos y tendrán que pasar otras 24 horas después de que se reanude la actividad para que las fábricas dependientes reciban las piezas necesarias para volver a funcionar. La dirección de Opel había amenazado con presentar una demanda por daños y perjuicios ya que la paralización era ilegal.

El canciller alemán, Gerhard Schröder, y su ministro de Economía, Wolfgang Clement, saludaron la vuelta al trabajo y se pronunciaron a favor de hacer los máximos esfuerzos para que Opel siga produciendo en sus plantas germanas.