La recuperación inmobiliaria está entrando en su fase de maduración, con lo que continuará en los próximos años pero con crecimientos «algo menores». Así lo estima Sociedad de Tasación, que destaca que los ciclos en el sector suelen durar unos ocho años, con lo que el actual estaría entrando ahora en su segunda parte. Según sus cálculos, el precio medio de la vivienda nueva en las capitales de provincia creció el 5,4% el año pasado (2,8% entre junio y diciembre) y frenará su aumento hasta el 4,8% en el presente ejercicio, si bien el 2019 es un ejercicio «extraño» y difícil de prever por ser «año electoral y por las tensiones que persisten en Cataluña».

Juan Fernández-Aceytuno, consejero delegado de la compañía, subrayó ayer, además, que la recuperación está siendo muy desigual y las estadísticas de precios se ven muy sesgadas por la evolución de Madrid y Barcelona, que sufren una «presión de precios anómala». Así, en la capital catalana se han recuperado un 33,5% desde el mínimo alcanzado en el 2014 y en la española han subido un 27,8% desde entonces, mientras que en el conjunto del país solo lo han hecho en un 17,8%.

«Sin las dos grandes ciudades, el resto ha crecido a niveles anuales próximos al PIB en los últimos años. No parece que el mercado esté saliendo de la crisis salvo en esos dos focos», sostuvo. De hecho, el precio medio en las ciudades que no son capitales de provincia creció el año pasado el 3,3% y el porcentaje decrece hasta el 1,9% cuanto más pequeña es la población. «Solo Madrid y Barcelona están en la Champions, el resto juegan en una liga diferente», añadió.

El ejecutivo apuntó que el fuerte repunte de los precios en las dos grandes ciudades españolas se debe a la llegada de estudiantes y trabajadores, al turismo, a los extranjeros que compran como valor refugio para invertir (la vivienda es más barata en las dos capitales que en otras grandes urbes mundiales) y a las familias que cambian de casa por una mejor. Ello está dejando fuera, advirtió, al comprador de primera vivienda, que está perdiendo poder adquisitivo. En el resto de capitales de provincias no se dan todos estos fenómenos a la vez.

La nueva ley de contratos hipotecarios, a su juicio, va a empeorar la situación, ya que va a encarecer el precio de los créditos y dejar así «fuera a mucha gente». Tampoco se está promoviendo, mantuvo, que se ponga más vivienda privada en alquiler, ya que para ello sería necesario «equilibrar la protección del arrendatario con seguridad jurídica para el arrendador». Al contrario, «puede ser contraproducente» el aumento de tres a cinco años de la duración de los contratos. «Las ejecuciones (de los contratos por impago) son solo el 0,5% del total. Hay que proteger a ese 0,5%, pero no puede marcar la política de vivienda de este país», reclamó.

CRISIS GLOBAL

El directivo sostuvo, asimismo, que la próxima crisis inmobiliaria «va a ser de grandes ciudades (mundiales), no de países» y responderá a factores globales, como pueda ser «un brexit duro y dramático, una recesión internacional o una situación bélica». Además, aseguró que el sector inmobiliario español afrontará la próxima crisis económica desde una «situación mucho más sensata» y que no va a provocar un riesgo sistémico porque no afectará al balance de los bancos como el estallido de la burbuja, ya que que la mayoría de los activos están en manos de grandes inversores y no de las entidades financieras.