La caída de los precios no da señales de cambio de tendencia, sino todo lo contrario. Tras encadenar cuatro meses a la baja, el Índice de Precios de Consumo (IPC) volvió a registrar una caída en noviembre. En concreto del 0,4%, más pronunciada que las de octubre (0,1%), septiembre (0,2%) y julio (0,3%) y en línea con la de agosto (0,5%). Es decir, que el descenso de los precios se ha agudizado este mes tras moderarse en los dos anteriores.

Este tipo de datos alienta el temor a la deflación, el descenso generalizado y sostenido de los precios, tan perjudicial para la economía. Así lo esgrimió ayer, por ejemplo, la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA), al asegurar que existe una "situación efectiva de deflación debido a la escasa actividad de la economía".

El Gobierno, sin embargo, viene defendiendo que la caída de los precios nada tiene que ver con la deflación. O lo que es lo mismo, no está motivada por una contracción de la demanda interna provocada por un retraso en las decisiones de compra e inversión de hogares y familias, que es lo que provoca la espiral negativa deflacionaria que tanto temen los economistas.

Razón energética

Lo cierto es que el descenso de noviembre, según apuntó el Instituto Nacional de Estadística (INE), "se explica, casi en su totalidad, por la bajada de los precios de los productos energéticos (electricidad y gasolinas)". Un dato "muy positivo para la economía española" porque "aumenta la renta disponible de los ciudadanos, la competitividad de las empresas y tiene un impacto positivo en nuestras cuentas exteriores", argumentó el secretario de Estado de Economía, Iñigo Fernández de Mesa.

El Ministerio de Economía lleva tiempo asegurando que la bajada de los precios energéticos junto con la depreciación del euro pueden añadir entre 0,5 y 1 punto al crecimiento del PIB en los próximos seis trimestres. El Gobierno, argumenta el departamento de Luis de Guindos, no lo había tenido en cuenta en sus previsiones, con lo que es un factor positivo que puede contrarrestar el efecto negativo del estancamiento de la economía de la eurozona.

El INE, precisamente, confirmó ayer que el PIB creció el 0,5% entre julio y septiembre respecto al trimestre anterior. "La economía española mantiene su velocidad de crucero de crecimiento económico", se congratuló Fernández de Mesa antes de destacar que la expansión interanual fue del 1,6% en el tercer trimestre, tres décimas más que en el segundo y el doble que la media de la eurozona.

Pero pese a esta mejora, el Gobierno no quiere alegrías en los salarios. En los últimos días, tanto Telefónica como el Banco de España han defendido que las empresas en mejor situación eleven el sueldo de sus trabajadores, tras años de austeridad salarial para ganar competitividad frente al exterior mediante una devaluación interna.

Guindos, sin embargo, no se ha mostrado muy partidario. La caída de los precios y la reforma fiscal, argumentó ayer, van a incrementar la renta disponible de forma "notable" sin necesidad de subir sueldos.