El problema emerge como una realidad ya contada --el tequilazo o la crisis de las divisas asiáticas de 1998 son precedentes conocidos--, pero los efectos de las nuevas turbulencias en los mercados cambiarios responden a una situación diferente, que se produce a partir de una circunstancia cíclica: en la medida en que EEUU avanza hacia un escenario de tipos de interés al alza las divisas emergentes se resiente ante la expectativa de inminentes movimientos de capitales. "Desde que la Fed anunció el inicio de la retirada de estímulos, los tipos de interés de largo plazo del dólar subieron. Por eso los capitales salen ahora de países emergentes y vuelven a EE UU", publicaba recientemente el economista José Carlos Díaz.

Pese a la dosificación del tapering que lleva a cabo la Fed, la política monetaria que apunta a que la primera economía mundial crece a un ritmo estable tras la crisis ha puesto al descubierto las debilidades y los desequilibrios que afectan a las economías que han atraído el mayor flujo de capitales en los últimos años. El problema se ha puesto a la vista con el vaciado de reservas en Argentina, la elevada dependencia de financiación externa de Turquía y, sobre todo, con la posibilidad de que China confirme las expectativas pesimistas sobre el estallido de la burbuja. "Una cosa parece clara: el 2014 será claramente un año duro para los activos de los países emergentes. El esperado incremento de la rentabilidad de