PSA Peugeot Citroen anunció hoy la compra a General Motors (GM) de su filial Opel/Vauxhall, que le permitirá convertirse en "número dos" del sector automovilístico en Europa, pero con el reto de integrar unos activos que han estado en déficit crónico desde comienzos de siglo.

El grupo francés pagará 1.300 millones de euros por el negocio automovilístico de Opel y Vauxhall, a los que se añadirán, otros 900 millones por la filial financiera de GM en Europa, que abonará al 50 % con el banco BNP Paribas, según explicaron las partes en un comunicado.

La operación, que pone fin a casi nueve décadas de presencia industrial del gigante estadounidense en el Viejo Continente, se formalizará en el cuarto trimestre, y coloca a PSA en la segunda posición en Europa con 2,95 millones de vehículos vendidos en 2016, sólo por detrás de Volkswagen (3,91 millones).

A escala mundial, la nueva entidad representó 4,3 millones de unidades (el fabricante francés por sí solo supuso 3,15 millones), con el objetivo de llegar al umbral de los 5 millones en el horizonte de 2020.

Uno de los aspectos más arduos de la negociación, que se había hecho pública el pasado 14 de febrero, fueron las provisiones por las pensiones de los trabajadores Opel/Vauxhall, que esencialmente asumirá GM. PSA cargará con una pequeña parte en su balance, pero para eso recibirá 3.000 millones de euros de los estadounidenses.

El grupo francés confía en obtener sinergias de 1.700 millones de euros anuales en el horizonte de 2026, de los cuales "una parte significativa" de aquí a 2020.

También para 2020 se espera que Opel/Vauxhall salga de los números rojos (con un margen operativo corriente del 2 % y un flujo de caja operativo positivo), tras los 15.000 millones de dólares de pérdidas acumuladas en los últimos 16 años, aunque se hayan reducido en los últimos ejercicios (257 millones de dólares en 2016 tras los 813 millones de 2015).

El presidente de PSA, Carlos Tavares, que en una conferencia de prensa con la responsable ejecutiva de GM, Mary Barra, insistió en la voluntad de crear "un campeón europeo", señaló que sin el impacto del "brexit", Opel/Vauxhall ya hubiera estado en "un punto de equilibrio" este ejercicio.

Tavares aseguró que se va a mantener la identidad de cada una de las marcas por interés propio, ya que -argumentó- hay clientes que buscan específicamente un coche de concepción alemana, mientras otros prefieren uno de concepción francesa.

Y en esa línea, tiene intención de mantener en su puesto a Karl-Thomas Neumann, máximo ejecutivo de Opel, que ha diseñado lo que el interesado considera "el mayor plan de lanzamiento de vehículos", siete, de los cuales dos ya se habían programado -fruto de una colaboración con GM- en asociación con PSA.

El presidente del fabricante francés no quiso comprometerse explícitamente a no reducir su plantilla pero hizo hincapié en que ése no es el objetivo, y en que respetará los acuerdos existentes, en particular con los sindicatos sobre garantía del empleo.

A más largo plazo, su mensaje fue que las factorías no peligrarán mientras mejoren su eficiencia y ganen en competitividad, algo que -de acuerdo con sus palabras- dependerá de los directivos y de los propios trabajadores.

A una pregunta concreta sobre España -donde a las plantas de PSA en Vigo y Madrid se sumará la de Opel en Figueruelas (Zaragoza)-, dijo a los trabajadores allí "que estén tranquilos porque lo que buscamos es la eficiencia".

Recordó que la producción de coches en España ha aumentado en los últimos años por "todas las calidades que tiene el país" y reiteró la idea de que la garantía del empleo se consigue con la mejora de la calidad, la reducción de costos y el cumplimiento de objetivos.

Tavares tiene previsto hablar hoy con el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, como ya lo había hecho durante la fase de negociación con GM con los jefes de los Ejecutivos de Francia, Alemania y el Reino Unido. Y también ha prometido una visita a Figueruelas "cuando la agenda (se) lo permita".