La compra de Opel por parte del fabricante francés PSA puede estar a la vuelta de la esquina. La jornada de ayer arrojó algunas pistas e, incluso, el ministro galo de Economía, Michel Sapin, consideró, tras su reunión con su homóloga alemana, Birgit Zypries, que si finalmente se formaliza la adquisición «será en los próximos días, no en tres meses». Los ejecutivos de ambos países también coincidieron en señalar que debe ser fundamental que la marca Opel se mantenga y tenga autonomía.

Un extremo que parece entender el presidente de presidente de PSA, Carlos Tavares, que ayer subrayó que el interés de PSA por la filial europea de General Motors (GM) deriva de la posibilidad de aumentar su base de clientes con el argumento de ofrecer vehículos de una marca alemana. «Nuestro interés es que (Opel) siga siendo alemana», remarcó Tavares en la presentación de los resultados del 2016, al tiempo que destacó que la operación se justifica por la complementariedad de ambos fabricantes y la oportunidad de crear un «campeón automovilístico europeo».

El máximo responsable del grupo PSA, que obtuvo 1.730 millones de beneficio en el 2016 frente a los 899 millones del 2015, hizo hincapié en que Opel se encuentra en una mala situación financiera --similar a la que se encontró hace tres años cuando tomó las riendas de PSA, recordó-- y en que después de una decena de años de pérdidas «necesita ayuda». No obstante, puntualizó que, si se lleva a cabo la fusión de los dos grupos, será la dirección y los empleados de Opel los que tendrán que diseñar y ejecutar el plan para salir a flote. «Será su plan, no será algo impuesto por PSA», aunque «con nuestra experiencia les podemos ayudar», dijo Tavares.

LA INCÓGNITA DEL EMPLEO / Los titulares de Economía de Francia y Alemania, que se reunieron ayer en París, opinaron que lo importante es que «Opel siga siendo Opel» y mostraron su satisfacción por que PSA haya dado garantías sobre los centros de producción y los empleos, pero admitieron que está abierta la cuestión de los puestos de trabajo que en el futuro podrían verse afectados por la nueva estructura resultante.

Zypries insistió en que para su Gobierno lo fundamental son los centros de producción y de innovación, y recordó que en estos últimos hay 7.000 ingenieros en Alemania. La ministra alemana reconoció, no obstante, que «está abierta» la cuestión de cuántos empleos se verán concernidos por «la nueva estructura» o por la aplicación de nuevas tecnologías, y que en el momento actual «nadie tiene respuesta».

Con todo, Tavares aseguró ayer que se van a respetar los acuerdos existentes con los sindicatos, condición básica, a su juicio, para que la operación se pueda llevar a cabo con confianza y tener éxito.

Los tres principales accionistas de PSA, la familia Peugeot (13,68% del capital), el Estado francés (13,68%) y el chino Dongfeng (13,68%) han manifestado su respaldo de la operación, al tiempo que avanzan las negociaciones, en particular sobre un punto particularmente complejo como es la carga de las pensiones de Opel.