Es una expresión un tanto macabra, aunque por habitual haya perdido esa connotación. Punto muerto. Como sabe todo conductor, en mecánica define una disposición de los elementos de una máquina que provoca que el movimiento no se transmita. En el lenguaje empresarial, en cambio, explica el punto de equilibrio entre las ventas y los gastos, o lo que es lo mismo, entre las ganancias y las pérdidas. Hay una tercera acepción: en ciclismo, explica una posición de los pedales que dificulta la pedalada y que puede provocar una caída.

"Después de cierta expansión en los últimos trimestres, el crecimiento de la zona euro y el PIB real llegaron a un punto muerto en el segundo trimestre de este año", aseguraba ayer Mario Draghi, presidente del BCE. ¿A qué se referiría? Pese a ser quien es, probablemente a la primera definición, no a la económica. Pero da miedo pensar que pudiese estar pensado en la tercera...

Ese es el temor predominante en los inversores desde hace semanas y, una vez despejadas incógnitas como las del referéndum escocés y la última reunión de la Reserva Federal, vuelve a estar en primera plana. Algunos datos ayer lo alentaron, como la cuarta caída consecutiva del índice de confianza en la eurozona y la decepcionante venta de viviendas en EEUU. La caída de Wall Street tras los máximos del viernes terminó de configurar una jornada bajista. El Ibex 35 cayó el 0,49% hasta los 10.947,9 puntos básicos, con la prima de riesgo en los 119 puntos.