El FMI y la UE respaldan el impuesto mínimo global para las multinacionales, que sigue sumando poderosas adhesiones. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, explicó el lunes que está trabajando con los países del G20 para acordar un mínimo global, que dijo podría ayudar a poner fin a una "carrera de 30 años a la baja en las tasas de impuestos corporativos". ¿Pero qué es un impuesto mínimo global y cómo podría afectar a empresas y países?

¿Por qué un impuesto mínimo global?

Las principales economías tienen como objetivo disuadir a las empresas multinacionales de trasladar las ganancias (y los ingresos fiscales) a países con impuestos bajos, independientemente de dónde se realicen sus ventas. Cada vez más, los ingresos de fuentes intangibles como patentes de medicamentos y software han migrado a estas jurisdicciones, lo que permite a las empresas evitar pagar impuestos más altos en sus países de origen tradicionales. Con un impuesto mínimo global ampliamente acordado, la administración Biden espera reducir dicha erosión de la base impositiva sin poner a las empresas estadounidenses en desventaja financiera, lo que les permite competir en innovación, infraestructura y otros atributos.

¿Dónde están las conversaciones tributarias internacionales?

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, con sede en París, ha estado coordinando negociaciones fiscales entre 140 países durante años en dos esfuerzos importantes: establecer reglas para gravar los servicios digitales transfronterizos y frenar la erosión de la base imponible, con un impuesto mínimo corporativo global como parte de este último. Los países de la OCDE y del G20 apuntan a alcanzar un consenso en ambos frentes a mediados de año, pero las conversaciones sobre un mínimo corporativo global son técnicamente más simples y políticamente menos polémicas.

¿Cómo funcionaría un impuesto mínimo global?

Si los países acuerdan un mínimo global, los gobiernos aún podrían establecer la tasa impositiva corporativa local que deseen. Pero si las empresas pagan tasas más bajas en un país en particular, sus gobiernos de origen podrían "recargar" sus impuestos a la tasa mínima acordada, eliminando la ventaja de trasladar las ganancias a un paraíso fiscal. La administración Biden ha dicho que quiere denegar las exenciones de los impuestos pagados a los países que no están de acuerdo con una tasa mínima. La OCDE dijo el mes pasado que los gobiernos ya acordaron ampliamente sobre el diseño básico del impuesto mínimo, aunque la tasa aún no se ha acordado. Los expertos en impuestos internacionales dicen que ese es el tema más espinoso. Otros elementos aún por negociar incluyen si las industrias como los fondos de inversión y los fideicomisos de inversión inmobiliaria deben estar cubiertas, cuándo aplicar la nueva tasa y asegurarse de que sea compatible con las reformas fiscales estadounidenses.

¿Qué pasa con esa tarifa mínima?

La administración de Biden quiere aumentar la tasa del impuesto corporativo de EEUU al 28%, por lo que ha propuesto un mínimo global del 21%, el doble de la tasa del impuesto actual. También quiere que el mínimo se aplique a las empresas estadounidenses sin importar dónde se obtenga la renta imponible. Esa propuesta está muy por encima del impuesto mínimo del 12,5% que se había discutido previamente en las conversaciones de la OCDE, un nivel que coincide con la tasa de impuestos corporativos de Irlanda. La economía irlandesa ha experimentado un auge en los últimos años debido a la afluencia de miles de millones de dólares en inversiones de multinacionales extranjeras, por lo que Dublín, que se ha resistido a los intentos de la Unión Europea de armonizar sus normas fiscales durante más de una década, es poco probable que acepte de entrada una tasa mínima más alta.