La novena cumbre de líderes mundiales del G-20 desde el estallido de la crisis financiera, en el 2008, dio comienzo ayer en Brisbane (Australia) y, por primera vez España disfrutó de un protagonismo en sentido positivo. Si hace dos años, en Los Cabos (México), España era el blanco del recelo mundial con una economía al borde del rescate, ayer, el presidente Mariano Rajoy fue invitado a ser el primero en tomar la palabra en la reunión de trabajo de los líderes para hablar de la recuperación de la economía española.

"España tiene una gran historia que contar al mundo por el éxito de sus reformas", dijo el primer ministro australiano y presidente de turno del G-20, Tony Abbot. El principal objetivo de Abbot es convertir esta cumbre de Brisbane en la del crecimiento y el empleo, por más que la tensión diplomática con el presidente ruso, Vladimir Putin, por el conflicto de Ucrania pugne por ocupar los principales titulares desde Australia.

La lucha contra la elusión fiscal de las multinacionales también figura entre las prioridades Brisbane así como avanzar en el reforzamiento y control del sector financiero, origen de la crisis por la que los líderes mundiales inauguraron las rondas anuales del G-20 en el 2008.

Unas horas antes del inicio formal de la cumbre, la reunión previa de los ministros de Economía también tuvo una mención especial para España. Tras saludar el empuje para el crecimiento mundial que llega de Asia, el responsable del Tesoro australiano, Joe Hockey, ensalzó "los signos de crecimiento de Estados Unidos, Reino Unido, España y Canadá".

DISCURSO DE RAJOY Con tan cálida acogida, el presidente Rajoy, a puerta cerrada, explicó a los líderes de las 20 principales economías desarrolladas y emergentes del mundo por qué España es ahora uno de los países que más crece en la Unión Europea (el 0,5% en el tercer trimestre frente al 0,1% del conjunto de la zona euro). España ha cambiado de ciclo económico "tras un periodo difícil y un duro programa de reformas", dijo Rajoy, según fuentes oficiales.

Pero "una economía abierta como la española sólo puede crecer si crecen sus principales socios", añadió Rajoy. Por ello abogó por actuaciones coordinadas que complementen las acciones individuales de cada uno de los países, y de ahí que destacara la importancia del G-20 para lograr un crecimiento mundial sostenido equilibrado, según las mismas fuentes.

La cumbre del G-20 prevé aprobar hoy un ambicioso plan de acción con 1.000 iniciativas propuestas por los países miembros de los cinco continentes para lograr que la economía mundial crezca en los próximos cinco años el 2% más de lo que han crecido en el lustro pasado y que ello permita la creación de "millones de empleos adicionales", según los textos preliminares.

El ministro de Economía, Luis de Guindos, que también participa en las reuniones de Brisbane, destacó que existe consenso en el G-20 para utilizar "todas las palancas y todos los instrumentos disponibles" para consolidar el crecimiento. Ello impulsaría el crecimiento en España. "Sería mucho mejor tener el viento de cola del conjunto de los socios que enfrentarse al viento de cara que hay en estos momentos porque Europa crece poco", dijo De Guindos.

El débil crecimiento de la Unión Europea preocupa, no solo a España, sino al conjunto de las economías del G-20 pues temen que una nueva recesión pueda lastrar la maltrecha recuperación mundial, según se encargó de advertir hace unos días el secretario del Tesoro de EEUU, Jack Lew. "Estoy convencido de que la próxima década no será una década perdida para Europa", le respondió ayer desde Brisbane el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy utilizando la misma expresión que usó Lew.

El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, que compareció junto a Van Rompuy, defendió que el plan inversor por 300.000 millones de euros que la CE prevé lanzar a final de año impulsará con fuerza el crecimiento de la Unión Europea.