Rodrigo Rato Figaredo, el hombre que fuera ministro estrella del Gobierno Aznar, poderoso vicepresidente, director gerente del FMI y mandamás de Caja Madrid, es desde ayer un preso más de la cárcel de Soto del Real. Y no ha entrado allí a la carrera y en silencio, sino dirigiéndose al público. A las 13 horas llegó, en un coche conducido por su esposa, a la explanada de la puerta de la cárcel. Se apeó, cargó con dos bolsones de ropa y, al sol de la sierra de Madrid, se dirigió a los periodistas permitiéndose incluso la ironía: «No tengo prisa, la verdad». Repasando de memoria un estudiado discurso, declaró: «Acepto mis obligaciones con la sociedad. Asumo los errores que haya podido cometer. Pido perdón a la sociedad y a aquellas personas que se hayan podido sentir decepcionadas y afectadas». También dio gracias «a todos los amigos y familiares que me han apoyado durante estos días».

El penado sí perdió la flema cuando, al acabar, le siguieron las cámaras: «Por favor ¿es necesario que me persigáis? ¡Os acabo de hacer unas declaraciones!».

EN ESPERA DE GRADO / Rato ha apurado hasta el último día del plazo para entrar en prisión. Pidió suspender su ingreso mientras se resuelve un recurso de amparo ante el Constitucional, pero este miércoles la Audiencia Nacional se lo negó. El hoy recluso tiene por delante cuatro años y medio de cárcel por un delito continuado de apropiación indebida con las tarjetas black de Caja Madrid y Bankia.

La sentencia revisada del caso, que afecta a 63 exdirigentes de la caja -15 con obligada entrada en prisión-, considera que Rato gastó dinero de la tarjeta «a su antojo» sin huella tributaria y sin «control de ninguna clase».

Su primer día en prisión no fue ajetreado. Por llegar tarde, la dirección del centro aplazó para hoy las entrevistas con un trabajador social y el equipo de tratamiento penitenciario. Lo que sí tenía hecho era el papeleo: Rato ya no dispone de un DNI -se lo han guardado-, sino de un NIS, Número de Identificación de Seguridad, documento básico para la vida intramuros.

Además, se le ha abierto una ficha penitenciaria en la que figura su filiación, los nombres de los familiares a los que avisar en caso de necesidad y el móvil de su abogado. Ahí se anotarán además las visitas, los permisos y los informes de la junta de tratamiento. En 50 días, el nuevo preso será clasificado en un grado penitenciario.

La dirección del Centro Penitenciario Madrid V, que así es como se llama la cárcel de Soto del Real, le ha puesto a Rato un preso de confianza como interno de acompañamiento, que le escolta durante su aclimatación a la vida carcelaria. Los recién llegados a Soto aterrizan en un módulo de ingresos durante 24 horas.

A partir de hoy entra de lleno en una prisión muy grande, con 1.182 celdas y 23 años de antigüedad, el gran centro de preventivos de Madrid por la frecuencia con que le envían inquilinos los jueces del complejo de Plaza de Castilla y de la Audiencia Nacional. Por allí han pasado Miguel Blesa, Ignacio González, Sandro Rosell, Jordi Pujol Ferrusola y los líderes independentistas Jordi Sánchez y Jordi Cuixart.

A fuentes penitenciarias les sorprende la elección de una cárcel muy poblada. Por albergar tantos preventivos -«más inestables» que los condenados-, la consideran «de las malas, con muchos incidentes regimentales», o violaciones de la norma interna por los presos.

Rato verá caras conocidas: están allí los reos del caso Gürtel Guillermo Ortega, exalcalde de Majadahonda, Alberto López Viejo, exconsejero de la Comunidad de Madrid, y Luis Bárcenas, extesorero del PP. Con este tendrá menos conversación: señaló a Rato como perceptor de sobres .

En Soto también cumple condena el exsecretario de Estado de Hacienda con Aznar, Estanislao Rodríguez-Ponga. Ingresó el 17 de octubre condenado a tres años y dos meses por el mismo caso de las tarjetas black. Ese día entró en prisión el exdirigente de CCOO Antonio del Rey, para dos años y seis meses, que ha acabado en la cárcel de Navalcarnero tras dirigirse erróneamente a un Centro de Inserción Social. A Navalcarnero y por el mismo caso llegaron el 23 de octubre el exsecretario general de CCOO-Madrid Rodolfo Benito y el exdirigente de la caja Miguel Ángel Abejón.