El estado de ánimo, dicen algunos psicólogos, condiciona lo que le acontece a cada individuo. El refranero, que es como un cajón de sastre donde uno puede encontrar la píldora de sabiduría popular que necesita (y también la contraria), así lo atestigua. "A perro flaco, todos son pulgas", por ejemplo. O, en sentido contrario, "a quien mucho tiene, más le viene". Algo parecido sucede en los mercados. En función del estado de ánimo de los inversores, noticias ambivalentes pueden ser acogidas con alegría compradora o temores vendedores, según donde se ponga el acento. "La fortuna es una ruleta: nunca está quieta", como también reza un refrán.

Los mercados, así, acogieron ayer con decepción el anuncio de la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, de que podría adelantar a este año la subida de los tipos oficiales y que esta podría ser mayor de la prevista. La medida pudo ser interpretada como una muestra de que la autoridad monetaria percibe que la recuperación económica es más robusta de lo esperado. La jornada había arrancado mal por la continuación de los problemas del Banco Espírito Santo en Portugal y la caída del índice de confianza de los inversores alemanes, pero los buenos resultados de JPMorgan y Goldman Sachs moderaron las caídas hasta que Yellen habló. Al final, el Ibex 35 cayó un 1,23%, hasta los 10.475,9 puntos, si bien la prima de riesgo bajó a 150 puntos tras otra buena subasta del Tesoro.