Preocupación, aunque sin dramatismo. Ese era el sentimiento que predominaba ayer entre los trabajadores de la factoría de General Motors España respecto a las repercusiones del plan de ajuste que la multinacional automovilística anunció el jueves. La supresión de 600 empleos en la planta de Figueruelas marcó la vuelta al trabajo de la plantilla después de una semana de paros, convirtiendo la fábrica en un hervidero de rumores.

"Intuíamos que algo así podía pasar. Aunque el anuncio de una inversión de 400 millones para el nuevo Corsa había dado cierta tranquilidad, los 15 días de paro técnico que hay programados este año y la situación en Alemania no eran una buena señal", dice José Antonio, empleado de GM desde hace 23 años, que se enteró del ajuste por la prensa. "Estamos en una multinacional y los anuncios de reestructuración son habituales. Esta vez nos ha tocado a nosotros. Lo que no esperábamos era un recorte tan fuerte aquí", apunta una trabajadora del área de Administración.

Mientras continúan los rumores sobre cómo va solventarse el ajuste, otros trabajadores no entienden por qué tiene que pagar ellos un problema que ha creado la empresa. Hay quien va más allá y ve en el recorte un "primer aviso" por la competencia que plantean los países del Este.

El compromiso de la firma de intentar solucionar la situación sin despidos forzosos ha traído cierta tranquilidad. "Sin embargo, mientras no se complete de forma voluntaria esa lista de 600 personas queda esa cosa de ¿me tocará a mí?", apuntó otro empleados.

No obstante, esa preocupación se hace extensible al personal de subcontratas y entre los que la noticia del ajuste también cayó como una losa. "Si se suprimen puestos en GM, se reducirá la producción, lo que nos afectará a nosotros", añadió una operaria de Delphi. "Y en nuestro caso, la salida será distinta porque no tenemos las mismas condiciones que los trabajadores de Opel, son más bajas", aclaró su compañero, tras incidir en la elevada temporalidad de sus contratos.

Nadie ignora que el recorte está ahí. Sin embargo, frente a un dramatismo prematuro, el personal ha apostado por mantenerse a la expectativa, confiando en que se halle una salida negociada.