Antonio Mas, exconsiliario de la Iglesia en Acción Social Católica (ASC), entidad fundadora de CAI, ha asistido atónito a todo lo que ha ocurrido y lo que se ha dicho en la comisión de investigación que analiza la gestión de la entidad desde el 2001. Este consejero, máximo representante de la iglesia en ASC tras ser nombrado por el obispado de Zaragoza en ese puesto, reclama que el caso de la CAI se lleve sin más dilación a la Fiscalía Anticorrupción para que se aclare si ha habido delitos, por qué y quién ha hundido la caja aragonesa. "Lo prioritario es que se paralice la corrupción", recalcó.

Mas, que entró en ASC en el 2006 y dimitió de su puesto en el 2013, dice sentirse "indignado" porque, "por lo visto, ahora no hay ningún responsable de lo que ha ocurrido en CAI, y soy de los que quieren saber por qué se hundió la entidad, si alguien robó y si se cometieron delitos" en la última década.

Las declaraciones de Mas, realizadas a este diario justo un día después de cerrarse el turno de comparecencias de más de 40 exdirectivos, respresentantes sindicales, miembros del Gobierno de Aragón y de la auditora Deloitte, ponen el dedo en la llaga. Así, el exconsiliario asegura que ahora "todos se echan la culpa" cuando la realidad es que "un grupo de personas han hundido la caja en muy pocos años". Y va más allá al considerar que todo el perjuicio causado durante estos años afecta a los trabajadores, a las otras dos cajas que se integraron en Caja3 (Caja Badajoz y Caja Círculo de Burgos) junto a la aragonesa, al "pueblo de Aragón, a la obra social y, en definitiva, a los más pobres".

DOS REALIDADES Este sacerdote, profesor del Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón (CRETA) y de la Universidad de la Mística de Ávila (CITES), dedicó buena parte de su tiempo a la atención de enfermos de Sida hasta que un amigo le propuso entrar en Acción Social Católica. Durante estos siete años en la entidad fundadora de CAI ha extraído dos conclusiones: la obra social de CAI "ha sido maravillosa", pero la gestión de la caja ha sido "un desastre", motivo este por el que decidió dimitir.

Una de las cuestiones por las que dice sentirse más dolido es que "gente de la casa" ha estado en la cúpula de CAI en lo que califica una gestión plagada de "mentiras". En este sentido, aludió a máximos responsables de la entidad. "Confiaba plenamente en ellos", se lamentó.

Antonio Mas sigue hoy como sacerdote en la parroquia de San Gil de Zaragoza. A sus 66 años ha asistido "indignado" a las declaraciones de responsables de la entidad en la comisión de la CAI, a cuyos miembros agradece el "esfuerzo" realizado. Pero él insiste: "Mi único grito, mi único deseo es que este caso se lleve a la Fiscalía Anticorrupción".