En el Día Mundial de la Eficiencia Energética no se podía esperar mejor homenaje que la constatación de que el giro hacia la electrificación del sector del automóvil es una realidad. El Salón Internacional del Automóvil de Ginebra se abrazó ayer de forma definitiva a lo eléctrico en una edición en la que todas las marcas, incluyendo los preparadores de superdeportivos, se han entregado a la electrificación.

La guadaña de los 95 gramos de CO2 (a partir de septiembre de 2019) que danza sobre las cabezas de los fabricantes les ha obligado a pasarse a la energía eléctrica para intentar evitar el pago a futuro de multas multimillonarias. Por cada gramo de media de emisiones que cada marca acredite en su conjunto de modelos deberá abonar 95 euros, lo que multiplicado por el número de vehículos comercializados supondrá miles de millones de multa. No es una broma.

Muchos son los que afirman que van a llegar con los deberes hechos a septiembre de este año, pero también hay quien cree que no todos saldrán airosos de las nuevas limitaciones de emisiones europeas. Grupos como PSA admiten la dificultad que entraña el reto, pero reconocen que están preparados. Jean Philippe Imparato, director general de Peugeot, señala que «no estamos hablando del futuro, hablamos de dentro de seis meses, y eso es ya. Y quien no llegue a los 95 gramos no estará enfermo, no. Directamente puede darse por muerto». La presión sobre los fabricantes es enorme.

Ante la disyuntiva de la electrificación para sobrevivir con las nuevas normativas cabe poco margen de maniobra. O se electrifica a tope la gama, o se reduce el volumen de producción para que la suma de la desviación y la multa no sean elevadas. En ese caso el músculo industrial como es el caso de España podría verse afectado ante la disminución potencial de producción, lo que se traduciría enexorablemente en una reducción de puestos de trabajo.

COMPARTIR PLATAFORMAS

Para asegurar ese mantenimiento del negocio, en Ginebra se ha puesto de manifiesto la tendencia de algunos fabricantes de llegar a acuerdos específicos para dar salida a la inversión en materia de electrificación. Este es el caso del Grupo Volkswagen (con una inversión de 44.000 millones de euros hasta 2023) que ya ha abierto sus puertas a compartir tecnología de la plataforma electrificada MEB con quien lo demande. «Con los coches eléctricos habrá pocas diferencias en el sistema de propulsion y la base del vehículo y tiene todo el sentido abrir nuestra plataforma a otros fabricantes», afirmó el CEO del grupo Herbert Diess.

Seat, una de las marcas estrella en esta edición del salón, sigue a estela del grupo y desveló su ofensiva electrificada para el futuro con la presentación de su primer modelo 100% eléctrico, el Seat el-Born (que acredita una autonomía de 420 kilómetros y 204 CV), así como su propuesta de movilidad urbana, el Minimó, y el Cupra Formentor, el primer híbrido enchufable de la historia de la marca que, según su presidente, Luca De Meo, tiene intención de fabricar en Martorell.

Todas las marcas mostraron su alta tensión con conceptos electrificados parcial o totalmente como el Audi Q4 eTron, el Skoda Vision iV, el Fiat Centoventi, el Kia Imagine, el Peugeot e208, el Volkswagen iD Buggy, el Mercedes Benz EQV, el Aston Martin Vision Concept, el Honda e-Prototype y el Polestar 2, por citar algunos de los estrenos de esta cita automovilística.

El futuro inmediato es electrificado, aunque el siguiente problema al que se enfrentará el sector es el de la desiguladad de desarrollo en infraestructuras eléctricas que vive Europa. La tecnología está madura, su implementación, no. No todos los países podrán apuntalar el coche eléctrico aunque esté de moda. La prueba es que en la última votación del Car Of The Year se impuso el Jaguar i-Pace (100% eléctrico), con un resultado dispar entre los países como España donde apenas consiguió cinco puntos de los 60 posibles.