Con el sonido de fondo de posibles nuevos impuestos a la banca, el consejero delegado del Banco Santander, José Antonio Álvarez, aprovechó su intervención en el Congreso de los Diputados en la comisión que estudia la crisis financiera para advertir de que impulsar «cambios relevantes en la fiscalidad o estigmatizar a la banca» puede tener efectos nocivos en la inversión.

En línea con otros directivos bancarios, el dirigente del Santander se puso la venda antes de la herida y mostró sus argumentos en contra de incrementar la imposición al sector bancario. Esta es una de las propuestas que está negociando el Gobierno con Podemos como medida para pagar las pensiones y para garantizarse su apoyo al proyecto de Presupuestos Generales del Estado del 2019. «Se habla mucho estos días de impuestos a las empresas o al sector bancario», apuntó el responsable del Santander, quien reclamó que «estos debates fueran racionales». El banquero arguyó que «un aumento de los impuestos al sector financiero no ayuda a que la banca haga su labor de financiar a la economía española». Y remató advirtiendo de que la competencia internacional también juega en este campo: «Competimos en la atracción de inversión con países con una fiscalidad más favorable», lo que puede hacer a España «perder competitividad».

Álvarez aseguró que el Santander pagó el año pasado 1.130 millones en impuestos y es el banco con mayor carga fiscal de Europa (36%, frente a la media europea del 25%). Precisó que del total pagado, 403 millones correspondieron a IVA que no puede repercutir, 455 millones a pagos a la Seguridad Social por cuenta del empleador, 60 millones a la prestación sobre los activos fiscales diferidos (DTAs) monetizables, 80 millones a impuestos sobre depósitos y 130 millones a otros impuestos. Asimismo, aseguró que la entidad contribuyó con 400 millones de euros al Fondo Único de Resolución y al Fondo de Garantía de Depósitos.