El Santander es el banco más grande de la zona euro y el decimotercero del mundo por valor en bolsa. Sin embargo, durante la crisis no había hecho ninguna compra en España, lo que le había llevado a ser la tercera entidad en el mercado. La compra del Popular, el sexto banco del país, le va a permitir superar a CaixaBank y BBVA y auparse al liderazgo, con 17 millones de clientes y una cuota de mercado del 19,5% en créditos (25% en pymes) y del 18,8% en depósitos. Se da un paso más, así, en el proceso de concentración en la banca, que ha pasado de 45 entidades antes de la crisis a las 13 actuales.

Su presidenta, Ana Botín, insistió ayer en una breve rueda de prensa de 35 minutos en que la operación es «buena para España y para Europa», al permitir garantizar la estabilidad de la banca del país sin aportar más ayudas y facilitar que los clientes del Popular puedan seguir operando con normalidad. Según diversas fuentes, el Santander fue el único banco que presentó oferta en la subasta organizada por las autoridades a la que también fueron invitados BBVA, CaixaBank y Sabadell. De no haberse quedado con el Popular, el banco habría quedado en manos públicas en un primer momento, con lo que el Santander le ha evitado un problema político al Gobierno. Sin embargo, Botín ha negado tajantemente haber recibido presiones por parte del Ejecutivo.

FIN DE LA MARCA / El Santander cesó al consejo del Popular, incluidos su presidente, Emilio Saracho, y su consejero delegado, Ignacio Sánchez-Asiaín, nombrados en febrero y abril, respectivamente. Con ello quiere soltar lastre ante la oleada de demandas que provocará la intervención de la entidad y la pérdida de toda su inversión por parte de los accionistas y parte de los propietarios de la deuda. Botín admitió que esa posibilidad está «considerada» y que también se ha provisionado el impacto de las demandas por las cláusulas suelo del Popular (334 millones, según la entidad comprada).

El plan del Santander es mantener al Popular como filial para integrarla «en los próximos meses», con lo que desaparecerá su marca comercial. Para recapitalizar la entidad adquirida y elevar sus bajas coberturas para afrontar pérdidas inmobiliarias, hará una ampliación de capital de 7.000 millones de euros. Ello le permitirá hacer 7.900 millones en provisiones (7.200 millones para activos inmobiliarios), lo que supondrá elevar las coberturas para pérdidas ligadas al ladrillo del 45% al 69%, muy por encima de la media del sector del 52%. El impacto en el capital del Santander será neutro y el banco mantiene su objetivo de llegar al 11% en el 2018.