Zaragoza se convierte esta semana en capital mundial del vino. Cerca de 250 profesionales de la viticultura procedentes de 18 países de los cinco continentes participan desde ayer y hasta el próximo viernes en el XII Congreso Internacional del Terroir, un concepto que hace referencia a una fórmula productiva que diferencia los caldos en función de las características propias de los terrenos donde se cultivan las vides (climas, paisaje, topografía, suelo, biodiversidad o formas de recolección). El foro, organizado por el Gobierno de Aragón y que también se desarrollará en las cuatro denominaciones de origen protegidas de la comunidad (Borja, Cariñena, Calatayud y Somontano), puso de relieve la preocupación que existe en el sector por los efectos del cambio climático sobre los viñedos.

«El principal reto al que nos enfrentamos es el cambio climático porque la viña es uno de los primeros seres vivos vegetales que lo están detectando», destacó en la sesión inaugural Cristina Clemente, subdirectora general de Control y Laboratorios Alimentarios del Ministerio de Agricultura. En su intervención ensalzó asimismo «el valor añadido económico y comercial» que aporta al vino el concepto terroir, que permite producir caldos «más personalizados y diferenciados».

El consejero de Desarrollo Rural y Sostenibilidad, Joaquín Olona, señaló que el congreso es «una magnífica oportunidad» para difundir lo que supone el terroir» y «dar a conocer al mundo los vinos aragoneses» a través de prescriptores de primer orden. Resaltó asimismo el «carácter ejemplar» que juega este sector en la comunidad por ser uno de los que «más y mejor contribuyen a la lucha contra la despoblación» en el medio rural, además de ser un exponente de internacionalización y de incorporación de conocimiento.

USO Y ABUSO DEL CONCEPTO

El contrapunto del congreso lo dio el experto Pedro Ballesteros, primer Master of Wine español, en cuya ponencia magistral fue crítico con el uso comercial que se hace del terroir, con el que se «falsea» su concepto original y científico. Según explicó, esta práctica vitivinícola ha sido entendida históricamente como «una forma de distinguir un origen y un mejor precio para el vino y para la tierra». Aunque puso en valor el trabajo de los investigadores, lamentó que la definición del terroir «no se corresponde con la realidad». «Es un instrumento de promoción utilísimo que tanto entidades públicas como privadas usan y abusan con fines comerciales. Tenemos que asumirlo», afirmó. También censuró algunas prácticas como el «deporte nacional de meter madera a los vinos» o el ordenamiento político de las denominaciones de origen vitivinícolas.

En la primera jornada del congreso también se dieron a conocer varios estudios sobre el impacto del cambio climático en la viña y posibles medidas para combatirlo. En los próximos días los congresistas visitarán las cuatro denominaciones de la comunidad para conocer in situ los suelos y la personalidad de los vinos que se producen en los terroirs aragoneses.