La acusada sequía desploma la oferta de trufa en Aragón y catapulta su precio. La falta de lluvias y el excesivo calor del pasado año han provocado que la producción de trufa, en plena campaña de recogida, se haya reducido a la mitad en la comunidad y se venda, en términos generales, un 30% más cara, aunque los precios oscilan de una semana a otra dependiendo de la cantidad de producto.

La provincia de Teruel, referente nacional del diamante negro, cuenta con unas 12.000 hectáreas dedicadas a la trufa (el 90% de la superficie nacional), de las cuales más de la mitad se concentran en la comarca de Gúdar-Javalambre. El presidente de la Asociación de Recolectores y Cultivadores de Trufa de la provincia de Teruel, Julio Perales, estima que este año la producción «baje entre un 50 y 60%».

Indica que el precio de venta del truficultor se situaba la semana pasada en los «450 euros por kilo». Sin embargo, reconoce que los socios turolenses (500 truficultores) «prefieren precios más bajos para que la demanda aumente y la gente conozca el producto».

En el mismo sentido se expresa el presidente de Trufarza, Jesús López, que aglutina a 80 productores de la provincia de Zaragoza, que cuenta con alrededor de 1.000 hectáreas dedicadas a este producto selecto. «Este año se está recogiendo menos de la mitad que el año pasado, contando con el regadío, porque en secano no se está cogiendo nada», lamenta.

En cuanto al precio, López señala que la trufa se está comercializando un 25% más cara que el año pasado y añade que «el productor está vendiendo a 650 euros el kilo».

Desde la empresa radicada en Sarrión, Manjares de la tierra, explican que además de reducirse la producción «un 30%», «la calidad también es peor» debido a una climatología adversa. En cuanto al precio para el consumidor, recuerdan que en diciembre el kilo «alcanzó los 1.200 euros» aunque, agregan, la cuantía se ha moderado hasta los «800 euros».

El 80% de la producción de trufa aragonesa se exporta, principalmente a Francia e Italia. Los truficultores aragoneses reconocen que tienen «una tarea pendiente»: promocionar el preciado hongo en Asia.