El nuevo vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, reafirmó ayer que la orientación de su política económica tendrá rasgos de continuidad y mostró su convicción de ser "más liberal" que el vicepresidente saliente, Rodrigo Rato. "Lo que me extraña es que todavía puedan quedar dudas al respecto".

En su despedida ante la prensa de Bruselas, el hasta ahora comisario de Asuntos Económicos y Monetarios reconoció ayer que no hay "varitas mágicas" para resolver el problema de la vivienda en España y abogó por incrementar "la agilidad, transparencia, flexibilidad y eficiencia" del sector. "No pretendo intervenir en el mercado de la vivienda", dijo, "se trata de una cuestión que hay que abordar en su complejidad".

Solbes recordó que los otros problemas de la economía española, según el análisis de la Comisión Europea, son la elevada precariedad en el empleo; la sostenibilidad de las finanzas públicas por el envejecimiento de la población, y la falta de competencia en determinados sectores.

El vicepresidente económico in pectore evitó dar detalles sobre su futura actuación. No explicó cómo compaginará su liberalismo con los planteamientos socialdemócratas del Gobierno. Sólo insinuó que no habrá ruptura. "Desde los Pactos de la Moncloa, hay una continuidad en la política económica de España", explicó, centrada en modernizar la estructura productiva y mejorar el empleo y la competitividad.

SABOR AGRIDULCE Solbes reconoció que se marcha de Bruselas con "un sabor agridulce", por la lentitud de varios países en acometer reformas y por el incumplimiento del pacto de estabilidad. Entre sus éxitos, destacó la introducción del euro y la coordinación económica europea.

Solbes cree imprescindible mantener el techo del déficit público en el 3% del PIB, pero abogó por dar más flexibilidad para corregir déficits excesivos. El déficit público, indicó, es dañino para el crecimiento e hipoteca el futuro, pero en el pacto de estabilidad "ciertos automatismos son exagerados". "Nuestros hijos deben pagar nuestras pensiones o nuestra deuda, pero no pueden hacer las dos cosas", agregó. Admitió que pensó en dimitir cuando estalló el escándalo de Eurostat pero llegó a la conclusión de que no debía hacerlo.