Rodeado de melocotones y nectarinas todavía sin madurar y observando toda la producción que va a echarse a perder, lamenta Víctor Casado las consecuencias de un veto que ha revolucionado el mercado frutícola y que, directamente, afecta de forma significativa a las ventas de su negocio. Este agricultor tiene una larga trayectoria familiar en el sector y ver cómo se destruye el fruto de un trabajo costoso es lo que le anima a reivindicar de cualquier manera unas ayudas suficientes para tener las menores pérdidas posibles y "dejar de ser los paganos de las decisiones políticas".

Así lo expresa el pequeño productor de fruta de hueso, que, junto a su hermano, lleva la empresa Matarraña Agrícola. Sus tierras ocupan 30 hectáreas de nectarina, melocotón, cereza, almendros y vid, que distribuyen por varias partes de la península y por Francia. Casado muestra un sentimiento de impotencia a flor de piel ante la situación actual debido a un futuro tan incierto y a la "escasa" subvención que va a recibir esta parte del sector por parte de la Unión Europea. "Es rabia lo que se siente al saber que no se puede hacer nada tanto con las pérdidas económicas como con la cantidad de alimento desperdiciado. La beneficencia está saturada y todo se va a acabar destruyendo por sí solo", lamenta Casado. "En la zona de Caspe solo hay dos o tres centros benéficos, pero como máximo de 100 personas. Nosotros no tenemos dinero para mandarlo más lejos, lo que tendrían que hacer es poner los medios para poder llevar los frutos a los lugares donde la gente se muere de hambre", destaca el productor.

Costes de producción

A su vez, apunta la necesidad de calcular constantemente los costes que supondrá la recolección y la colocación de la fruta en el punto de venta para poder estimar unas pérdidas que ya se prevén "muy importantes". "Los costes de producción --como los de poda o abonado-- ya los hemos perdido, llegar hasta este momento de maduración cuesta un dinero irrecuperable. Ahora la cuestión está en si merece la pena la opción de recoger la fruta, llevarla al almacén y transportarla hasta el punto de venta. Hay que valorar el coste que todo ello supone", explica sin saber estimar todavía las pérdidas exactas que supondrá el boicot ruso en su negocio y recalca que lo importante es la visión general del sector, no la reivindicación individual.

Por todo ello, las protestas por parte del sector primario son inminentes estos días. Reclaman la inclusión del melocotón y la nectarina en los 125 millones de ayuda que ha anunciado la Unión Europea. "Quieren hacerse los buenos manteniendo la imagen de no destruir, pero por otro lado están destruyendo otras cosas. Y, como es lógico, la fruta si no se coge se destruirá sola", declara con cara de incomprensión hacia la opción de dejarles fuera de esa gran ayuda. "Lo lógico sería que pusieran de verdad dinero encima de la mesa, se pudiera hacer la retirada y que nos indeminizaran a un precio justo. Así no se producirían esas caídas de precios tan fuertes en el mercado", añade el agricultor aragonés.

La importancia del sector

Asimismo, la infravaloración que sufre este sector primario es un factor que Víctor Casado también incluye dentro de las razones por las que es necesario hacerse escuchar y tener voz. Así, destaca la vuelta al campo de muchos jóvenes que se van incorporando al no tener tantas salidas como antes. Consecuencias de una crisis que también les ha afectado de una forma muy relevante. "El sector frutícola en general lo está pasando mal. A partir de la crisis las ventas cayeron masivamente y se ha notado mucho. El veto de Rusia ha sido lo que faltaba", confiesa el productor, al que ahora solo le queda esperar a que las pérdidas no sean un "desastre" y que la retirada de fruta se produzca lo antes posible.