Según los últimos datos publicados por el Banco de España, relativos a noviembre del 2013, las entidades financieras incrementaron en 2.642 millones de euros su posición de crédito concedido al sector privado. Este dato representa, en el contexto actual, una importante interrupción de la contracción crediticia que ha afrontado durante los últimos siete meses el conjunto del tejido empresarial y social. No obstante, en el lado oscuro de la radiografía del sector, la anomalía mostrada por una trayectoria incesablemente creciente de la tasa de morosidad ---por encima ya del 13%-- sigue impidiendo vislumbrar el inicio de la (recientemente) amplificada recuperación económica.

En Aragón, habrá que esperar todavía un mes más para conocer si también se ha producido una mejoría del crédito en circulación. Según los datos del penúltimo trimestre del 2013, el peso relativo de la comunidad en el reparto nacional del crédito bancario era del 2,6%. Es decir, por debajo del 2,8% que marcaba, por ejemplo, en septiembre del 2005, así como del 3% que tuvo en la década de los 90.

Hay que recordar que la aportación de Aragón al PIB de España es del 3,2% de acuerdo con las estimaciones más recientes del INE, de manera que nuestra comunidad ni está ganando peso en el reparto nacional del crédito, ni lo está recibiendo en la proporción adecuada a su capacidad de producción. En cualquier caso, ha de ser la lógica más intuitiva la que nos debe inducir a pensar que mientras la proporción de crédito de difícil reembolso siga manteniéndose al alza --esto es, la del denominado "crédito dudoso"--, tanto la rehabilitación del crédito total en circulación como, por consiguiente, la de todas aquellas variables de un carácter impepinablemente endógeno (empleo, salarios, consumo) seguirán siendo tan solo sombras, promesas ubicadas en el limbo etéreo de todos aquellos discursos futuristas proclamados, por cierto, por quienes alternativamente continúan construyendo un presente vetusto y miserable.