Tal y como se había anunciado antes de Navidad, la escasez en la producción de semiconductores para microchips a escala mundial, destinados al sector del automóvil, ha acabado provocando parones en las líneas de fabricación europeas. En todas las marcas. Seat fue de las primeras marcas en anunciar la necesidad de ajustar su producción en el prime trimestre, lo que ha llevado a un erte en la planta de Martorell. Le han seguido otras fábricas del grupo Volkswagen, obligadas a dosificar los codiciados componentes electrónicos para atender a la demanda de vehículos. Ford, Subaru, Nissan, Peugeot, Citroën, DS, Opel, Chrysler, Fiat y Toyota han visto como su producción ha tenido que bajar.

Este frenazo industrial, provocado por la falta de disponibilidad de unos elementos que son básicos para crear los chips de automoción, ha puesto en alerta a medio mundo en sector, hasta el punto que el ministro de economía de Alemania, Peter Altmaier, ha enviado una carta a su homólogo en Taiwan (lugar de procedencia mayoritaria de los semiconductores para microchips), Wang Mei-Hua para pedirle que interceda ante los fabricantes taiwaneses para encontrar una rápida salida a esta escasez de estos componentes estratégicos.

Solo el 3% para automóviles

Uno de los principales productores mundiales, Taiwan Semiconductor Manufacturing Co. (TSMC), ya ha anunciado que empezará a priorizar la fabricación de componentes para microchips, tratando de aumentar el volumen de producción mejorando sus procesos. Así lo ha hecho saber el ministerio de economía taiwanés tras haberse reunido de urgencia con la dirección de la compañía. De hecho, en TSMC ya han comentado que la producción de este año ya está comprometida pero que harán un esfuerzo por incrementar los volúmenes con las mejoras previstas en sus plantas.

El vertiginoso incremento de la electrónica de consumo durante los primeros meses de la pandemia del coronavirus (y el parón de las fábricas de coches), hizo que los chips para automóviles representaran solo el 3% de las ventas de TSMC, mientras que los chips de alto rendimiento fueron el 33% y los destinados a teléfonos móviles, el 48%.

Todo ello se conoce el mismo día que desde Automotive News se informaba que Volkswagen estaba dispuesta a pedir daños y perjuicios a los fabricantes de componentes Bosch y Continental, por la escasez de chips procedentes de sus plantas alemanas.

En el trasfondo está la polémica comercial iniciada por la administración de Donald Trump contyra las principales fábricas de chips chinas. Los fabricantes estadounidenses esperan que la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca servirá para enderezar la situación. De hecho, fuentes del ministerio de economía de Taiwán reconcieron a la agencia Reuters haber recibido solicitudes de mediación de Estados Unidos, Japón y de la Unión Europea. De hecho, desde el ministerio de economía, comercio e industria de Japón, han reconocido estos contactos directamente con la empresa TSMC.