Los padres de Rosa García, presidenta de Siemens en España, murieron de cáncer de estómago y de colon, dos de los que más incidencia han tenido en los últimos años. Desde los 27 años --ahora tiene casi 50-- se somete a revisiones periódicas preventivas, como muchos otros ciudadanos. Los avances científicos y las nuevas tecnologías han hecho que pueda decir con tranquilidad: "Me siento protegida". Más allá de esta experiencia personal, Rosa García, una de las mujeres más influyentes del empresariado español, está persuadida de que la tecnología aportada por empresas como la que ella dirige sirven no solo para mejorar la salud de los ciudadanos, sino que es un valor añadido en la reducción de costes, sobre todo cuando la esperanza de vida aumenta.

Los costes indirectos de la enfermedad representan el 52% de la carga económica de ésta. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que el coste de las cinco enfermedades más comunes en los países desarrollados (cáncer, enfermedades respiratorias, cardiovasculares, mentales y diabetes) asciende a 47 billones de dólares al año en todo el mundo. En un momento en que está abierto el debate sobre la sostenibilidad de la sanidad las tecnologías aplicadas a la salud "reducen el gasto, impactan positivamente en la productividad y mejoran la vida del paciente", como dijo ayer Luis Cortina, consejero delegado de Siemens Healthcare, durante la presentación de un detallado informe elaborado por PwC y patrocinado por la multinacional.

Rosa García da gran importancia al factor humano, al médico, por lo que desde Siemens ha puesto la tecnología a disposición de los profesionales, especialmente en los análisis de sangre e imagen, casi el primer escalón de la exploración médica. "Es necesario un diagnóstico más temprano para aplicar un tratamiento más eficaz y más personalizado para evitar la cronificación", destaca.

Cada euro invertido en tecnología de salud supone un retorno medio del 31,3%. Según los expertos consultados para el informe los beneficios económicos son directos, derivados de la atención al paciente; y los indirectos, relacionados con la pérdida de productividad del enfermo y de su entorno. En las tres especialidades estudiadas en el informe se constata que por cada euro invertido en técnicas de neurología, el beneficio es de al menos de 1,11 euros; en oncología es de 1,36 y en cardiología, de 1,47 euros. "No se trata de efectividad, sino del beneficio para la calidad de vida", remarca Carlos Mas, presidente de PwC.

Con la implantación de las nuevas tecnologías, como la receta electrónica extendida ya en un 70% del sistema sanitario, ya se ha dado un paso que la secretaria general de Sanidad y Consumo, Pilar Farjas, cifra en un ahorro del 30% del tiempo en las consultas médicas. El ahorro se reproduce en cascada porque el personal sanitario puede mejorar su productividad en otras áreas, además del ahorro en costes de mantenimiento.

El informe coincide con la puesta en marcha, en el 2013, del plan de Renovación Tecnológica Sanitaria del Ministerio de Sanidad para impulsar la compra centralizada de material para los hospitales y centros de salud. El primer paso ha sido el estudio de impacto económico y la situación del material actual, especialmente enfocado a la tecnología de la imagen. Un grupo de trabajo técnico coordinará las necesidades de las comunidades para mejorar la gestión y reducir el gasto sanitario.