El sector tecnológico español crece, pero la presencia de mujeres profesionales no remonta. A pesar de que el número de trabajadores en estas áreas ha aumentado el 8,2% en la última década, las mujeres aún representan el 27,5% del empleo total y desde el 2008 su figura ha caído 4,9 puntos porcentuales, de 199.900 trabajadoras a las 183.700 actuales. Estos datos, extraídos de la última encuesta de población activa, confirman que el volumen de hombres en actividades relacionadas con las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) sigue siendo muy superior al de mujeres, hasta el punto de que hay actualmente 300.000 varones más que féminas realizando su trabajo en puestos tecnológicos. En contraste, en el total del mercado laboral las trabajadoras representan el 45,5%, con 8.590.000 ocupadas frente a 10.284.000 varones.

La tendencia a corto plazo indica un comportamiento similar, que contrasta con varios estudios que prevén que la digitalización podría ser un facilitador para incorporar a la mujer al mercado laboral. Por el contrario, desde el primer trimestre del 2017 hasta la actualidad, el número de féminas en el sector ha aumentado en 8.500, pero ha empeorado ligeramente la proporción en relación al número de hombres en 0,64 puntos porcentuales.

Muchas profesionales tecnológicas reconocen la desigualdad que sufren dentro del sector y la dificultad para acceder a puestos directivos. Y si bien es cierto que las delegaciones españolas de grandes firmas tecnológicas como Google, Facebook, Linkedin, Siemens, IBM y Microsoft ya están lideradas por mujeres, también lo es que el llamado techo de cristal es todavía la tónica general para buena parte de las profesionales del sector.

Silvia es una ingeniera española de 48 años que estudió cuando la presencia femenina en las aulas de esta carrera era casi testimonial. En el 2012, cuando cerró la instaladora eléctrica en la que trabajaba, decidió probar suerte en el extranjero después de enviar cientos de currículos y no obtener respuesta. Ahora trabaja en Berlín en una compañía de software y ocupa un puesto de responsabilidad. «Vine buscando una oportunidad laboral que en España se me negaba. Tú eres la última opción para cubrir un puesto en mi campo, incluso teniendo más experiencia que otros candidatos masculinos», lamenta.

En este sentido, recuerda que en España se le llegó a decir «sutilmente» que no la ascendían «porque para tratar con los obreros era mejor un hombre». En Alemania es distinto: «Si no contratan a más mujeres es porque no se presentan para ocupar las vacantes». También afirma que la brecha salarial existe pero «está disfrazada». Asegura que todos sus compañeros han cobrado «siempre» más que ella. El sueldo base se regía por convenio, pero «a ellos se les añadían extras» que a ella nunca le ofrecieron «realizando la misma tarea».

Según explica la cofundadora de la empresa tecnológica aragonesa Libelium, Alicia Asín, la educación es la llave para revertir esta desigualdad. «A las jóvenes que tienen que decidir su futuro profesional les faltan referentes, espejos en los que mirarse, para decidirse por carreras técnicas e ingenierías», argumenta. La brecha salarial entre hombres y mujeres en múltiples sectores productivos y no cicatriza en el área TIC. Aunque la diferencia de sueldos entre sexos se sitúa actualmente en el 14,9% a favor de los varones, la relación es inferior a la media de la Unión Europea (16,3%), según los últimos datos de Eurostat. La brecha, sin embargo, se ha recortado 3,8 puntos desde el 2012.

La contradicción es que, mientras gran parte de los trabajadores tienen muchas dificultades para encontrar empleo, las empresas del entorno TIC alertan de la escasez de profesionales especializados para cubrir sus necesidades. Un reciente informe realizado por la compañía de trabajo temporal Adecco cifra este déficit en 365.000 trabajadores en toda Europa, alertando que podría llegar a duplicarse en el 2020.