«Vivo a unos dos kilómetros de Googleplex, la sede de Google, y todo el día están circulando coches autónomos por la zona porque tienen que aprender cómo conducirse», asegura Mar Hershenson. Española de nacimiento, pero con más de una veintena de años de experiencia en Silicon Valley, esta doctora en ingeniería eléctrica por la Universidad de Stanford es cofundadora de Pear Ventures, una entidad que de referencia en inversión en startups tecnológicas. Está convencida de que el automóvil conectado o autónomo ha venido para quedarse.

Aunque pueda parecer que será un proceso lento, que requerirá muchos años, no será así. «Los ciclos, tanto positivos como negativos, son cada vez más cortos», afirma. Y basta con recordar las transformaciones experimentadas en otros negocios. A su juicio, «en unos 15 años estará prohibido que conduzcan personas». Y es que el coche autónomo «va a saber más que tú. Esto pasará. De hecho está pasando», añade. Y eso incrementa la seguridad. Y como además «no tendrá sentido tenerlos parados un 95% del tiempo, serán compartidos», agregó durante una sesión en Barcelona invitada por la Asociación de Becarios de La Caixa para un acto de la Obra Social, en la que conversó con Luis Martín Cabiedes, consejero de BlaBlaCar, e inversor de referencia en startups.

El avance es imparabe. Hace apenas cinco años, era casi imposible que estos vehículos pudieran ejecutar algunos algoritmos que ahora sí facilitan a estos coches tomar decisiones en tiempo real gracias a la información de sus sensores, explica. Y además se vive un cambio de hábitos. «En EEUU la gente utiliza el coche para todo. Yo antes hacía unas 20.000 millas al año en el coche, pero este último ejercicio, la mitad porque uso más Lyft. No tengo tiempo y lo gano así. Me imagino en el futuro sin tener coche», agrega. En un tiempo, añade, «tener coche será como tener un caballo, para hacer hípica o por deporte».

Esta es una de las áreas en las que invierten a través de Pear Ventures, pero sobretodo, lo hacen en inteligencia artificial, que es lo que sostiene todos estos avances, que se han acelerado en los últimos años. Participan en empresas de drones autónomos o en otras de entrega a domicilio por parte de robots, pero ya auguran lo próximo, esa frase que tanto estimula en Silicon Valley.

«Durante la próxima década, la inteligencia artificial va a cambiar casi todas las empresas. Será un cambio tan grande como internet o el teléfono móvil, que afectará al transporte de las personas, al de las cosas, a los drones autónomos o las entregas a domicilio por parte de robots...», afirma.

El ecosistema importa

Hershenson, tras su paso por la universidad fue cofundadora de tres startups de comercio electrónico, software para empresas y semiconductores. En esa etapa registró 14 patentes. Luego optó por apoyar a emprendedores. «Cuando me fui no existía la palabra startup. Ahora está de moda y hay optimismo», destaca. En todo caso, subraya la importancia de un ecosistema que propicie la innovación. «Siempre digo que si uno quiere ser actor y ganar un Oscar tiene que ir a Los Ángeles. El vecino es maquillador, otro es guionista... Es lo mismo en Silicon Valley. Los anuncios en la autopista son de startups. Todo el mundo se dedica a ello... es un ecosistema», explica.

Pear Ventures dedica el 40% de sus recursos a invertir en proyectos en estadio de presemilla con rondas de unos 300.000 dólares. Las empresas beneficiarias han captado unos 1.000 millones.