Huangdi, el Emperador Amarillo, es una figura mitológica que vivió desde el 2698 al 2598 a. C. y a quien los chinos consideran fundador de su país y su cultura. Según la tradición, su madre quedó embarazada por un rayo en la noche y tras veinte años de embarazo dio a luz al niño, que hablaba desde su nacimiento. Al final de su vida, se encontró con un dragón amarillo que le dijo: "Tu tarea ha concluido, debes seguirme al cielo". Y así lo hizo.

Esta es una de las leyendas que contribuyó al uso del dragón chino como símbolo del poder imperial y del propio país. Hace años se solía decir que China era el dragón dormido de la economía mundial. Pero despertó hasta convertirse en la segunda potencia, por detrás de la estadounidense, a la que muchas estimaciones apuntan que sobrepasará en unos años.

Pero al dragón parece haberle entrado sueño. Los analistas e inversores lo llevan viendo venir hace meses con un temor que se ha acentuado en las últimas semanas y que ayer se vio confirmado por el índice adelantado de actividad manufacturera, que cayó al 48,1 puntos, su nivel más bajo en ocho meses e indicador de contracción de la economía.

Los malos datos macroeconómicos también en Estados Unidos completaron el escenario para una sesión negra. El Ibex 35 cayó el 1,39%, hasta los 9.913,1 puntos, y la prima de riesgo repuntó a los 176 puntos básicos. Veremos cómo evoluciona el vuelo del emperador amarillo y su dragón (y cómo nos afecta).