En el desierto de Arabia Saudí ayer era un día plácido. Se llegó solo a los 25 grados centígrados en la zona de las obras. Sin embargo, el viento quiso hacer acto de presencia y, sobre todo, demostrar cómo puede molestar la arena. La película de polvo impregnó las caras de las autoridades y toda la comitiva y se metió hasta en la boca. Ese es el principal reto con el que se enfrenta el proyecto del AVE del desierto, la línea entre La Meca y Medina en el que participa un consorcio formado por 12 empresas españolas y dos saudíes.

La ministra de Fomento, Ana Pastor, visitó ayer los trabajos acompañada por los directivos de la empresa ferroviaria del país. Con la resaca aún del fiasco de Panamá, la responsable del Gobierno sacó pecho de una infraestructura que prevé transportar 244.000 pasajeros diarios en 2017 y hasta 324.000 en 2029. Se trata de un recorrido de 450 kilómetros con otras tres paradas intermedias que será utilizado principalmente por los peregrinos que acuden a las ciudades santas. Se inaugurará, si no hay contratiempos, a finales del 2016.

Plazos pendientes de otros

Pastor subrayó que el Gobierno saudí está muy satisfecho sobre cómo avanzan las obras. Recalcó que España es "líder mundial en infraestructuras ferroviarias" e hizo hincapié en la buena formación de los ingenieros. "El milagro del tren empieza a ser una realidad", exclamó. La ministra evitó hablar del conflicto del canal. Ni tan solo pronunció el nombre del país, Panamá. El objetivo del viaje es vender la marca España. Tal era su deseo de poner de manifiesto lo bien que les están funcionando en Arabia, que ni tan siquiera admitió que el consorcio chino-saudí que ejecuta la primera parte de las obras va con cierto retraso según el calendario previsto. "Vamos con los plazos comprometidos", sostuvo.

Se refería, claro está, a su parte. No obstante, el presidente de OHL, Juan Miguel Villar Mir, una de las firmas del consorcio, sí encajó que el siguiente tramo de los trabajos, el 5 (ayer se visitó el 4), va tarde. Nada que no se pueda solucionar con dinero, según dijeron entre líneas muchos de los expertos que realizan este tipo de obras y que ayer acompañaban a la ministra. Villar Mir soltó también que el consorcio chino les había entregado los trabajos con algunos defectos, que habían tenido que solventar.

OHL trabaja desde hace tiempo en infraestructuras por todo el mundo, ferroviarias también. Pero jamás se habían enfrentado a un reto como el del desierto saudí, cuyos principales problemas con la arena se centran entre Jeddah y Medina, el tramo de 100 kilómetros donde trabajan desde mayo del 2013.

Vía en placa

Con un contrato multimillonario de 6.736 millones de euros que incluye la gestión de la línea y las estaciones por un periodo de 12 años, los ingenieros del consorcio siguen buscando fórmulas para evitar que la arena les haga la vida imposible. Están vigilando las dunas con capturas fotográficas por satélite para ver cómo se mueven. Han hecho trampas para dunas para que la arena se deposite en unos socavones y no ocupe el trazado. Y, por primera vez en una línea de alta velocidad, han construido la vía sobre hormigón (lo que se conoce en el sector como vía en placa) para que sea más fácil de mantenerla.

El recorrido por el tramo en el que trabaja el consorcio Haramain descubrió una auténtica torre de Babel entre los trabajadores de todo rango; una sintonía más que notable entre saudíes y españoles y una voluntad compartida de que el gran salto modernizador de las infraestructuras en Arabia llegue de la mano de las empresas de España.