El Tribunal de Cuentas emitió ayer un duro informe sobre la supervisión por parte del Banco de España de las entidades financieras. El documento se refiere al 2015, con lo que alguna de las deficiencias pueden haberse corregido ya, pero otras han seguido siendo denunciadas por la asociación mayoritaria de los inspectores del supervisor. El organismo fiscalizador hace especial hincapié en los problemas de la inspección de los 14 bancos más grandes y en el descontrol respecto al nombramiento de los principales ejecutivos de las entidades financieras.

La institución presidida por Ramón Álvarez de Miranda denunció la «existencia de dificultades de organización y funcionamiento para el personal» del Banco de España que trabaja con empleados del Banco Central Europeo (BCE) en los equipos conjuntos para la supervisión de los grandes bancos, «derivada de su doble dependencia jerárquica, por un lado con el BCE a través del coordinador del equipo y por otro con sus superiores en el Banco de España». También destacó que «no existía un procedimiento formal preestablecido que determinara y proporcionase los recursos humanos del BE que fueran a formar parte de estos equipos». Unos fallos que parecen no haberse corregido: los propios inspectores criticaron en diciembre los problemas que tienen estos equipos.

En cuanto a los bancos más pequeños y a otras entidades no crediticias supervisadas, el informe pone de manifiesto «deficiencias» en la metodología que el Banco de España empleó para garantizar el cumplimiento de sus requerimientos a estas empresas. Así, el supervisor no contaba con un «calendario de comprobación» y el Tribunal de Cuentas ha detectado «falta de homogeneidad y diferencias en el grado y detalle de la información incorporada a los informes de autoevaluación de capital que deben realizar todas las entidades». Tampoco se cumplieron los objetivos de inspecciones in situ en dichas compañías.