Si alguien esperaba ayer un acto de contricción o excusas del expresidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean Claude Trichet, en el segundo interrogatorio de la comisión de asuntos económicos de la Eurocámara sobre los errores de la troika, se quedó con las ganas. Después de que el vicepresidente de la Comisión Europea, Olli Rehn, proclamara el trabajo "razonablemente bueno" de los hombres de negro en los cuatro países intervenidos, el banquero francés --que dirigió la institución entre el 2003 y el 2011-- se escudó en que la situación era dramática y que hubo que actuar sobre la marcha.

"La troika no existía antes de la crisis, tuvimos que inventarla y estoy impresionado de que las 28 democracias tomaran decisiones extremadamente difíciles políticamente", explicó poco antes de augurar la desaparición progresiva del sistema. La troika ha generado críticas por la falta de transparencia en sus decisiones y por las dramáticas consecuencias de los ajustes que ha recomendado. "Espero que en el futuro podamos prevenir más que responder en caliente", añadió tras comparecer dos horas durante las que escuchó reproches duros como los de la portuguesa Marisa Matías. "Sé que su nombre es Trichet pero tricher también significa hacer trampas", dijo.

Según su diagnóstico, sin la rápida actuación de los bancos centrales y de los gobiernos la crisis podría haber sido la más dura desde la primera guerra mundial, "peor que la de la crisis del 29", explicó. Por eso, aunque no era muy partidario de poner en marcha un mecanismo como el de la troika, con la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, terminó calificándolo como "el mejor concepto a aplicar" en aquella situación. "No debemos subestimar las inmensas dificultades con las que tuvieron que lidiar todas las instituciones. Evitamos la gran depresión pero no la gran recesión", añadió.