El atentado del 11 de marzo del 2004, el segundo de mayor envergadura en Europa hasta la fecha, repercutió negativamente en el negocio de los hoteles y agencias de viajes solo en los dos meses siguientes -abril y mayo-- tras los que se produjo una recuperación notable en el último cuatrimestre. El año se cerró con 6,5 millones de visitantes, un 13% más, especialmente de otras partes de España. Este segmento creció el 17,5% mientras que los turistas extranjeros aumentaron el 6,3%. Y siguió creciendo en años posteriores en porcentajes similares hasta superar los 9 millones el año pasado. De hecho, en el 2006 fue la cuarta ciudad europea más visitada y la primera de España.

Tras el impacto emocional que dejó un trágico balance de 191 muertos, los empresarios relacionados con el turismo temieron una debacle. La caída de las ventas en los meses inmediatos, con la Semana Santa de por medio, afectó al 82% de las empresas turísticas madrileñas, el 30% de éstas por encima del 30% de sus negocio, según datos ofrecidos entonces por la asociación empresarial Exceltur. En el conjunto de España el impacto fue menor, del 34,4% de las empresas, de las que la cuarta parte sufrieron caídas de ventas superiores al 10%.

En todo caso, la mayoría de los expertos del sector consideraron que el impacto del terrorismo sobre la actividad turística en España era “limitado y temporal”, en palabras del entonces secretario general de la Organización Mundial del Turismo (OMT), Francesco Frangialli.

La amenaza terrorista no cambió los planes que las autoridades locales y autonómicas, ambas del PP, tenían para la ciudad. El 6 de julio del 2005, 16 meses después del atentado, el entonces alcalde Alberto Ruiz Gallardón defendió ante el Comité Olímpico Internacional (COI) la candidatura para albergar los Juegos Olímpicos del 2012. A su lado, José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno, fue el encargado de replicar al príncipe Alberto de Mónaco quien con una pregunta nada inocente quiso saber si Madrid podría garantizar la seguridad del evento. Hacía dos semanas que ETA había puesto una bomba, que no causó víctimas, en el estadio de La Peineta, que iba a ser olímpico. La sede se la llevó Londres y al día siguiente cuatro bombas de terroristas yihaidistas paralizaron la capital británica.