Suenan de nuevo tambores de guerra entre la Unión Europea y Estados Unidos y no se debe al acero ni a la política comercial. En el ojo del huracán en esta ocasión está la polémica propuesta de directiva para imponer una tasa especial para los gigantes digitales como Google o Amazon que la presidencia de la Unión Europea, que ocupa este semestre Austria, pretende pactar políticamente antes de que termine su mandato a finales de año.

La presión entre los partidarios del plan, con Francia a la cabeza, y los detractores del mismo, con Irlanda y los nórdicos detrás, es importante y en las últimas horas se sumó la voz de Estados Unidos, que vuelve a reclamar a los dirigentes europeos que tumben la iniciativa.

En una misiva remitida este pasado jueves por el comité de finanzas del Senado estadounidense a los presidentes del Consejo Europeo, Donald Tusk, y de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, expresan su «creciente preocupación» por la decisión de la presidencia austriaca de la UE de acelerar la tramitación de la propuesta que pretende crear un impuesto del 3% sobre la facturación de las empresas digitales con unos ingresos superiores a los 750 millones. «Son noticias preocupantes porque hay múltiples problemas con la tasa a los servicios digitales (DST en sus siglas en inglés)», aseguran en una breve misiva. Denuncian la vulneración del principio de tasar a las multinacionales en función de sus beneficios y no de sus ingresos y arremeten contra los planes europeos porque discriminan a sus empresas y crearán una nueva barrera en las relaciones trasatlánticas.

INCOMODIDAD DE EEUU

«La UE ya tiene una tasa a los ingresos basada en la ubicación del cliente que es el IVA. La DST llevará sin duda alguna a la doble imposición de las empresas multinacionales», denuncian. ¿Hasta que punto complica el debate la presión estadounidense? «Es un elemento más», admiten fuentes diplomáticas aunque no es el único problema al que se enfrenta la iniciativa que se ha convertido en una prioridad política absoluta para el Gobierno francés.

Hasta el punto de que su ministro de Economía, Bruno Le Maire, volverá a la carga el próximo martes en Estrasburgo donde participará junto a eurodiputados y comisarios en un acto en defensa de una fiscalidad más justa de las plataformas digitales. «Basta ya de discusiones», exigió Le Maire en una entrevista con el canal Public Senat. En su opinión, todos los problemas técnicos están solucionados y lo que falta es «voluntad política». Es lo que reclamará en Estrasburgo al resto de gobiernos europeos, que cierren un acuerdo político de una vez por todas para evitar que empresas como Google o Amazon sigan pagando un 14% menos de lo que deberían. Un mensaje dirigido esencialmente a los cuatro países -Irlanda, Finlandia, Suecia y República checa- que en las últimas semanas se han hecho eco de que la tasa podría obligar a renegociar acuerdos bilaterales para evitar la doble imposición.

Francia estuvo en el origen de esta iniciativa que, según los planes de la Comisión Europea, consistiría en crear un impuesto del 3% sobre la facturación de las empresas digitales para las empresas que superan el umbral de los 750 millones de euros de ingresos.

El estado miembro más reacio a la idea sigue siendo Irlanda, territorio favorito por las multinacionales para instalar sus sedes europeas. Dublín es partidario de encontrar primero un acuerdo en el marco de la OCDE, pero las reticencias también se han disparado en países como Alemania por el temor a las represalias norteamericanas con sus exportaciones.

El próximo debate entre los 28 tendrá lugar el 6 de noviembre durante la reunión de ministros de economía y finanzas de la Unión Europea. Austria aspira a aprovechar el valor de su Presidencia para cerrar un acuerdo político ese mismo día. Para ello tendrá que recabar un apoyo generalizado ya que en fiscalidad se requiere unanimidad.