Es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación, también estudió arte dramático y la vida le ha llevado a reciclarse como profesor de español para niños y adultos extranjeros. A Andrés Mercado, de 42 años, la vida le ha dado un revolcón. "Elegí algo difícil, me arriesgué y no salió bien, pero tengo familia y amigos que me respaldan", afirma. Y es que Andrés se trasladó a vivir a Madrid para intentar cumplir su sueño de ser actor en el 2001, pero aunque logró hacer sus pinitos (una campaña publicitaria con Coca-Cola, otra con Vodafone y algún papel esporádico en la tele) no acabó de despegar, Así que en junio del 2011, tras un contrato de 10 meses como profesor de filosofía y lengua, se quedó en paro, y decidió volver a Barcelona, dejar la faceta artística y reciclarse como educador.

Andrés volvió con ilusión en la maleta, pero el trabajo ya flaqueaba. Así, en marzo del 2012, se quedó sin prestación de desempleo y empezó su peregrinaje de trabajos eventuales y contratos basura: un restaurante y una heladería cobrando a 5 euros la hora una media de 13 horas diarias, un bar sin contrato 22 horas a la semana... Un ritmo frenético y de pocos ingresos que repercutieron en su salud: una depresión a la que se sumó una pericarditis. "El cuerpo dijo basta y me invitó a aceptar que la situación del mercado laboral es la que es", sostiene con firmeza. Ya recuperado, su situación económica no ha mejorado pero no está dispuesto a dejarse vencer más.

"Tengo 100 euros en la cuenta y ningún ingreso a la vista", afirma. Andrés está independizado y vive en un piso de sus padres. Ellos le ayudan a subsistir porque el trabajo se ha convertido en algo esporádico. Desde septiembre hasta diciembre del año pasado trabajó en una consultoría de idiomas para empresas dando clases de español 4,5 horas a la semana ("A 20 euros la hora y media, está bien", asegura). Pero todo eso se acabó.

"Los datos de la EPA están bien para los tecnócratas, pero no reflejan la realidad ni la precariedad", dice. Y la realidad es, según Andrés, que desde antes de la crisis hasta ahora se ha producido una caída de los sueldos y una mayor flexibilidad (jornadas de 4-5 horas). "Antes, un buen trabajo era el que te daba estabilidad, ahora es el que te permite llegar a fin de mes", zanja. "Vamos hacia el multiempleo eventual y precario", afirma.

Andrés vuelve a estar en el dique seco y aprovecha para formarse: a través de los Servicios Públicos de Empleo, está haciendo un curso de director y coordinador de actividades infantiles. Y mientras, sueña con llegar a tener una vida normal. ¿Normal? "Sí, levantarme por la mañana y tener un trabajo para poder llegar a fin de mes. Para mí la normalidad sería volver cansado del trabajo, poder llevar al cine a mi novia un día, poder plantearme formar una familia...", resume.