Con solo tres años de vida, la marca española de calzado Pompeii ha vendido más de 150.000 pares de zapatillas (rondan los 50 euros) y se acerca a los tres millones de euros de facturación anual. Detrás de este fenómeno comercial, que hace furor en el público millennials, están tres emprendedores veinteañeros de Madrid, que comenzaron el negocio cuando iban a la universidad. Partieron de cero, con una inversión ínfima y haciendo de internet su mejor herramienta de publicidad, esta firma ha logrado hacerse un hueco en un mercado dominado por grandes multinacionales extranjeras y con un producto fabricado además en España en lugar de Asia, como hacen buena parte de sus competidores.

Con esta experiencia de éxito se inauguró ayer en Zaragoza el Espacio Joven Ibercaja, ubicado en la biblioteca José Sinués, donde el cofundador de Pompeii Jaime Garrastazu narró su aventura empresarial, en la que le acompañan Nacho y Jorge Vidri. Este nuevo servicio, impulsado por la obra social de la entidad aragonesa, pretende ser un punto de encuentro innovador y colaborativo, donde se ayuda a los jóvenes a desarrollar las competencias sociales necesarias para el empleo y la mejora de su marca digital a fin de hacerles más atractivos de cara al mercado laboral.

En ese concepto encaja a la perfección el caso de Pompeii, cuyos creadores han logrado convertir en una marca de reconocido prestigio sin grandes desembolsos económicos. El talento, la pasión y la habilidad de sacar partido a las oportunidades que ofrece el mundo digital son la clave. «Comenzamos con 3.000 euros y poco más. Abrimos perfiles en redes sociales y la gente nos empezó a conocer», recuerda.

Garrastazu atribuye este tirón a las peculiaridades de su producto. «Funciona muy bien porque es versátil y encaja con perfiles y estilos muy diferentes. Nuestras zapatillas combinan con camisas y camisetas, son originales y divertidas a la par que formales. Eso es lo que engancha a la gente», explica. Los valores de la marca, a la que han tratado de impregnar de «frescura, autenticidad y transparencia», son otro de sus baluartes. «Hemos conseguido que la gente confíe en una marca que nunca ha tocado, porque ha confiado en nuestra plataforma digital. Esa transformación cultural es lo que hemos vivido», asegura.

Aunque las cosas les han ido bien, Garrastazu asegura que el lanzamiento de Pompeii no ha sido un camino de rosas. «Emprender se ve como algo idílico y no lo es», advierte, al tiempo que recomienda a quienes quieren crear un negocio que «pregunten a muchos emprendedores qué significa emprender».

Pompeii da hoy empleo a 20 personas y este año abrirá su primera tienda física en Madrid, donde tiene su centro de operaciones. La empresa confía en dar entrada pronto a capital externo para reforzar su crecimiento y el conocimiento de la marca. Paso a paso, pero con pisada firme.