Igual las vieron en el cine. La película española También la lluvia (2010), de Icíar Bollaín; la austriaca Amour (2012), de Michael Haneke; o la italiana La grande belleza (2013), de Paolo Sorrentino, tienen en común que son solo tres de los centenares de producciones cinematográficas europeas que han recibido ayudas de Bruselas durante los últimos siete años.

La UE también apoya la música, la danza, la literatura y otras disciplinas artísticas, pero la mayor parte de las subvenciones están pensadas para la industria audiovisual y, concretamente, para el cine. Mediante el programa MEDIA --acrónimo de Mesures pour encourager le développement de l'ndustrie audiovisuelle--, la UE ha invertido desde 1991 casi 1.700 millones de euros, principalmente en el desarrollo de producciones y en la distribución, pero también en ayudas a la exhibición, la promoción, la formación, la innovación y a festivales de cine. El objetivo es doble, cultural e industrial. O lo que es lo mismo: proteger la identidad europea de la colonización cultural de EEUU y reforzar económicamente una industria incapaz de hacer frente a Hollywood.

En Aragón, y en Zaragoza en concreto, la Semana de Europa lleva varios años erigiéndose como escaparate cultural del cine europeo. "Como fenómeno cultural, es muy positivo. Es una semana de proyecciones con películas en VOSE y un pase del Premio LUX del Parlamento Europeo", relata el realizador aragonés José Ángel Delgado, presidente de la Academia del Cine Aragonés (ACA). "Llevo tres años participando en la mesa redonda posterior con bastante afluencia de público, lo cual indica que si se programa bien se obtiene muy buena respuesta. Este año casi arrancaron la campaña de las europeas allí Inés Ayala y Fernando Ledesma", asegura.

Pero, difusión del cine aparte, la obtención de ayudas no es tarea fácil. "El programa MEDIA es un instrumento de política supraestatal bien planteado y admirado en el mundo, pero quiere abarcar demasiado para el presupuesto que tiene", afirma Carmina Crusafon, especialista en políticas de comunicación. Es una cuestión de números. Mientras la UE ha invertido poco más de 100 millones de euros anuales para los 27 (en el periodo 2007-2013), los países miembros ponen unos 3.000 millones de euros al año entre subvenciones e incentivos fiscales que, además, se focalizan en la producción. Son 30 veces más. Es reflejo de una de las tensiones constantes en la construcción europea: los estados no quieren ceder soberanía en esta materia. El problema de este modelo de cofinanciación descentralizada es que genera una gran desigualdad entre los países miembros.

Unos mucho, otros poco

Mientras el Gobierno español ha recortado las ayudas a la mitad en solo cuatro años --en el 2014 serán 34 millones-- y ha subido el IVA de los productos culturales al 21%, en lugar de mantener un tipo reducido como en la mayoría de países de la UE, Francia sigue apostando por su cine con 770 millones de euros en el 2012, algo más de lo que ha dispuesto la UE para los últimos siete años. España no solo pierde si se compara con Francia. Según datos de la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales de España, en el 2012 el presupuesto alemán fue de 340 millones y el británico, de 120, muy superiores al español.

Las subvenciones que se plantean desde los Ejecutivos autonómicos tampoco contribuyen a aliviar esta situación y, en muchas ocasiones, los directores deben hipotecarse para hacer frente a los gastos de una película. "Nuestro principal balón de oxígeno sería que se cumpliera la Ley Audiovisual, con la obligación para las televisiones públicas de invertir el 6% de sus ingresos en el cine europeo. Aragón TV está dando pasos hacia la coproducción de proyectos con 175.000 euros al año. El diálogo con ellos es cómodo, pero un 6% de algo más de 40 millones de presupuesto sería mucho más: 2 millones y medio de euros aproximadamente", asegura Delgado. "Ellos se justifican con un original argumento diciendo que sus ingresos solo son los publicitarios, pero esto no es así: sus ingresos son los que el Gobierno de Aragón les otorga. Y, precisamente, una de las misiones de las televisiones públicas europeas es el apoyo de sus cinematografías", critica.

El cine europeo tiene un problema común: se produce mucho y se consume poco. En España, solo entre tres y cuatro de cada diez espectadores prefieren cine europeo al estadounidense. ¿Problema de calidad, como dijo el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro? Para solucionar este problema, el programa MEDIA dedicará, en el próximo septenio, una tercera parte de sus recursos a fomentar la distribución transnacional de películas europeas y abrir mercado. Unas 2.000 películas se beneficiarán del programa hasta el 2020. La UE apunta pero con munición escasa.