El primer ministro de Bélgica, el socialista Elio Di Rupo, ha presentado este lunes su dimisión y la de su Gobierno al día siguiente de unas elecciones regionales y federales marcadas por la victoria de los independentistas flamencos de la Nueva Alianza Flamenca (NVA) de Bart de Wever. El rey Felipe, que ha aceptado la dimisión, empezará ahora "consultas" con los principales líderes políticos del país para buscar una mayoría capaz de gobernar el país. Un proceso que se augura complicado teniendo en cuenta los antecedentes; después de las legislativas del 2009 fueron necesarios 541 días de negociaciones para formar el Gobierno que hasta ahora dirigía Di Rupo.

Salvo sorpresas, el rey llamará a De Wever y le instará a buscar socios, incluidos los francófonos, para intentar formar gobierno. La victoria del NVA es clara pero no tan amplia como se esperaba. El diario 'L'Echo' lo considera "impresionante e incontestable" pero otros medios como 'Le Soir' o 'La Libre Belgique' señalan que es un "triunfo sin garantías" o "incompleto".

La NVA tiene la clave del Gobierno pero no tiene necesariamente la llave del Gobierno federal. Por ello, Bélgica podría verse abocada a otra larga crisis política. Las elecciones de este domingo han evidenciado que a la tradicional fractura regional belga entre la mayoría flamenca y la minoría francófona se superpone también una clara división entre la derecha vencedora en Flandes y los socialistas ganadores en la comunidad francófona.

No alcanza el 30% de votos a nivel federal

La NVA, con un 33% de los votos en Flandes y un incremento del 19% respecto a las anteriores elecciones, logró convertirse en un partido ineludible a nivel regional. La NVA se consolidó también como primer partido de Bélgica, con un porcentaje de votos del 25% y un aumento del 7% respecto al 2010. Sin embargo, De Wever no logró su objetivo de que la NVA alcanzara el listón del 30% de los votos a nivel federal, que le hubiera garantizado que los demás partidos tradicionales flamencos y francófonos no pudieran aliarse para marginarle del Gobierno belga, como ya ocurrió tras las elecciones del 2010. Los socialistas de Di Rupo se mantienen como primera fuerza a nivel francófono con el 29% de apoyos.

El panorama político tiene un factor añadido que complica más las cosas a la hora de formar el nuevo Gobierno federal; el antagonismo personal entre De Wever y Di Rupo.