Para miles de jóvenes, Europa es Erasmus. Es el caso de Mario Vidal, un zaragozano de 21 años que está estudiando cuarto y último curso de Economía en la Universidad de Maastricht, en Holanda. "Elegí este destino porque tenía entendido que era una universidad bastante buena, y aunque prefería ir a Bélgica todos los sitios estaban ocupados cuando me llegó el turno", explica. En la mayor parte de los casos, uno de los principales objetivos de los estudiantes que quieren cursar un semestre fuera es perfeccionar el idioma, pero también descubren otras formas de enseñanza.

"Esta universidad tiene un sistema en que hay que leer bastante de cara a las clases, y preparárselas mucho de antemano. Además, los exámenes son cada dos meses, lo que implica un sistema distinto de trabajo al que acostumbrarse", relata este estudiante. "Además, hay que añadir que estar fuera de casa supone estar lejos de tus amigos, de tu familia, de tu ciudad, de cosas y proyectos que estabas haciendo allí. Por eso muchas veces vas haciendo planes sobre qué vas a hacer cuando vuelvas, sobre todo estando en el último año de la carrera", explica.

El Erasmus --política diseñada en Bruselas y financiada principalmente por la UE y, en algunos casos como España, por los estados miembros-- tiene mucho tirón entre los estudiantes españoles. De hecho, España es el país que más estudiantes recibe (40.000 el curso pasado, una sexta parte del total), también por el sol, el idioma y la calidad de vida. La Universidad de Zaragoza fue una de las pioneras en adherirse al programa, por el cual --y según cifras provisionales-- 16.229 estudiantes aragoneses se han podido marchar fuera y otros 14.124 han venido a estudiar a la comunidad.

En total, más de 30.300 desde el año 1987, cuando 17 aragoneses se atrevieron a marcharse fuera. El protagonismo de la universidad zaragozana en su impulso a Erasmus ha hecho incluso que el el actual embajador Erasmus en España sea el catedrático de Filología Francesa, Fidel Corcuera. "Erasmus supuso el inicio de un programa de internacionalización que ha ido cada vez a más", explica. "Ha sido una de las mejores contribuciones para el desarrollo de un sentimiento de identidad europea, de pertenecer a un espacio común que se llama Europa", añade. "Es muy importante para la formación académica de los estudiantes y no solo en idiomas. Y contribuye al desarrollo de valores, como la tolerancia", insiste Corcuera.

Las ayudas

A pesar del protagonismo que tiene este programa de movilidad en la vida universitaria, España es el país que ofrece las ayudas más bajas. Por eso se dice que, en realidad, el Erasmus está compuesto por cuatro becas: la de la UE, la del Estado, la autonómica y la de los padres. Y esta última es la que falla por la crisis. "Económicamente sigo siendo dependiendo de mis padres. Es muy complicado vivir solo de la beca y, aunque tengo unos pequeños ahorros por haber estado trabajando en Zaragoza, no son suficientes. En mi familia, por suerte, no estamos muy apurados, pero para familias que sí lo están puede ser más difícil", indica Mario Vidal.

Corcuera es crítico con la política que se está haciendo desde el ministerio. "Las ultimas actuaciones no han sido muy acertadas en cuestión de las becas", asegura, y se refiere en concreto a la exigencia de que los estudiantes participantes tengan un nivel B2 en el idioma del país. "Es necesario desarrollar una estrategia a medio plazo para esta exigencia. No se puede pedir de la noche a la mañana", asegura.

Pese a las innegables ventajas en forma de experiencias que tiene participar en el programa, una de las críticas recurrentes es que Erasmus no se asocia a una exigencia académica muy elevada por la vinculación Erasmus--juerga, pero lo cierto es que el programa contribuye a luchar contra el desempleo juvenil, ya que la experiencia vivida en el extranjero por los estudiantes mejora sus aptitudes y su movilidad en el mercado de trabajo. No en vano, cada vez hay más estudiantes que se van de prácticas con la esperanza de quedarse en el país que les acoge.

"Más allá de las becas, es muy importante toda la organización académica de dos universidades de dos países que se ponen al servicio del estudiante. Es un programa de valor muy importante para los estudiantes", reivindica el embajador de Erasmus en España.

"Es imprescindible que se mantengan estos programas, por supuesto. La experiencia que supone es única, no tanto por el conocer gente de muchos lugares distintos sino más por la visión que te da. Aunque sabes que esto va a ser temporal, al convivir durante tanto tiempo con otro ambiente ves las cosas desde otra perspectiva, lo cual ayuda a enriquecer tanto al estudiante como a la sociedad", asegura el zaragozano.