Ningún partido dice querer unas terceras elecciones, sería un nuevo récord en el descrédito político, pero todos se asoman al abismo y reconocen el riesgo. Hoy no habrá, según todas las previsiones, salida fácil al bloqueo que sufre España. El escenario que prefiguran todas las encuestas, reforzado por los estudios internos que han manejado las formaciones en los últimos días de campaña, muestra un Congreso ingobernable, con bloques casi empatados y una sopa de siglas aún más amplia que en abril, de la CUP a Más País, pasando quizá por Teruel Existe. Un Parlamento en el que la izquierda no suma, la derecha tampoco, y solo hay dos posibilidades para salir de esto. Ambas son muy complicadas de gestionar para el ganador, que salvo sorpresa será Pedro Sánchez.

(EL PERIÓDICO DE ARAGÓN ofrece este domingo una cobertura informativa especial con motivo de las elecciones generales 10-N).

La primera pasa por una abstención del PP a cambio de determinadas medidas, sobre todo frente a la crisis territorial, pero el súbito auge de Vox al calor de los disturbios en Cataluña dificulta este movimiento. Una ultraderecha crecida, en tercer lugar, dejando muy atrás sus 24 diputados actuales, superando los 50 e incluso rondando los 60, complicaría que Pablo Casado dejase gobernar a Sánchez. La segunda consiste en reeditar el bloque de la moción de censura. Hace solo año y medio (parece una eternidad), todos los partidos, del PNV a ERC, pasando por Podemos, JxCat y Bildu, se unieron frente al PP y Cs para echar a Mariano Rajoy. Pero esa es una hipótesis que tras la sentencia del procés pone los pelos de punta a los socialistas.

Sánchez, aun así, no termina de descartar nada a estas alturas. Ni la abstención de Casado para la investidura, ni la coalición que sigue reclamando Pablo Iglesias, ni contar finalmente con el apoyo del independentismo catalán. Ninguna de las opciones es buena, porque después hay que gobernar, sacar adelante los Presupuestos, aprobar leyes, tareas que en España parecen cada vez más difíciles.

LA HIPÓTESIS

La alternativa menos mala que manejan muchos socialistas, lejos ya de sus previsiones de alcanzar los 140 escaños, pasa por mantener o superar levemente los 123 diputados de abril, gracias a la movilización a última hora de sus simpatizantes ante el miedo a la ultraderecha, y que el vértigo de otros comicios provoque que Cs, en caída libre, y sobre todo el PP se abstengan. Los conservadores, según esta hipótesis, serían vistos como los principales responsables del bloqueo si hay repetición, y al final acabarían consintiendo que Sánchez permanezca en la Moncloa. Los colaboradores del líder socialista, en cualquier caso, auguran una legislatura corta. El Gobierno «fuerte»al que apela el presidente en funciones en todos sus mítines y entrevistas (continuas estos días, debido a los oscuros augurios) resulta poco probable.

Una de las escasas certezas tras una corta campaña marcada por la crisis en Cataluña y el despegue de Vox, que ha podido desgranar sus propuestas contra la igualdad de género, los inmigrantes, las autonomías y la democracia sin que las formaciones de izquierda y derecha las rebatieran apenas, es que el bipartidismo saldrá en parte reforzado. Tampoco mucho, y desde luego nada que ver con épocas pasadas, pero la anunciada subida del PP, que viene de obtener la escuálida cifra de 66 escaños, y la resistencia del PSOE puede provocar que las dos principales fuerzas políticas sumen algo más que antes.

Hay una cifra importante, si es que la nueva legislatura echa a andar: 210 representantes entre socialistas y populares. En abril, los dos principales partidos se quedaron en 189, pero esta vez podrían alcanzar los dos tercios del Congreso y aprobar por sí mismos la renovación de los principales órganos constitucionales, tan congelada como la gobernabilidad en España.

El mandato del Consejo General del Poder Judicial caducó hace casi un año. La elección de los nuevos miembros del Consejo de Administración de RTVE también está paralizada. Cuatro de los 12 miembros del Tribunal Constitucional deberían ser renovados este mes de noviembre. Y el actual Defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, lleva en funciones desde mediados del 2017.

La economía, mientras tanto, continúa emitiendo señales inquietantes. El pasado martes, los datos del paro confirmaron la ralentización. «¿Qué diferencia hay entre enfriamiento y crisis?», se preguntó Sánchez el miércoles en una entrevista, dando a entender que ambas palabras eran aplicables a esta coyuntura. El jueves, la Comisión Europea bajaba la previsión de crecimiento de España en el 2019 del 2,3% al 1,9%. Y los Presupuestos que aprobó el PP justo antes de la moción de censura siguen en vigor.

LAS PROTESTAS

Pero nada de esto ha tenido apenas peso en la campaña. El foco ha estado todo el tiempo en la crisis territorial y en Vox. Incluso durante la jornada de reflexión de ayer, en la que Sánchez reunió a su comité de coordinación sobre Cataluña para estudiar las protestas convocadas por el independentismo. Si el domingo por la mañana hay incidentes graves en colegios electorales de la autonomía, los socialistas temen que la derecha termine de despegar. Sobre todo, la ultra.