Pablo Casado prometió ayer que pone punto y final al giro a la derecha que había imprimido al PP. El presidente de los conservadores se ha visto obligado a hacerlo tras caer el domingo de 137 hasta 66 escaños y comprobar el malestar y el desánimo de sus barones territoriales y altos cargos. Casado asume el error de haber extremado su discurso para intentar frenar a Vox y promete reconquistar el centro político. «Hemos tomado nota del mensaje que nos mandan los españoles», afirmó en referencia al avance de Ciudadanos y la irrupción en el Congreso de la «ultraderecha». Sí, así se refirió por primera vez a ese partido radical después de evitar etiquetarlo durante estos meses antes de mandar un recado a Santiago Abascal y a Albert Rivera: va a pasar a la ofensiva y no les va a dejar pasar «ni una acusación falsa». Casado tiene poco tiempo para hacer creíble este volantazo al centro. El 26 de mayo vuelve a haber examen en las urnas, en las elecciones municipales, autonómicas y europeas.

El líder del PP convocó en la sede de Génova,13, (que no está en venta, según dijo) a su comité ejecutivo para analizar el desastroso resultado de las generales. Ante sus compañeros y también en la rueda de prensa posterior, se comprometió a olvidarse del votante de Vox. Para demostrar que está dispuesto a emprender ese viaje hacia la moderación anunció dos novedades. Primera, que el lema para los próximos comicios será «Centrados en tu futuro» (parecido al «Centrado en ti» de Mariano Rajoy en el 2011) y, segunda, esas campañas no estarán coordinadas por el vicesecretario de Organización, Javier Maroto, que había sido el encargado de las generales e iba a gestionar las de mayo. Maroto asume así parte de la responsabilidad de la debacle. A partir de ahora, la exministra y vicesecretaria de Sectorial, Isabel García Tejerina, se encargará de las europeas; y la vicesecretaria de Política Social, Cuca Gamarra, de las locales y autonómicas. Se da la circunstancia de que Tejerina apoyó en las primarias a María Dolores de Cospedal y Gamarra, a Soraya Sáenz de Santamaría.

AVISOS DE FEIJÓO Y MORENO

Tras el batacazo del domingo, los primeros barones que advirtieron en público a Casado de que no va por el buen camino fueron los dos más poderosos: los presidentes de la Xunta de Galicia y de la Junta de Andalucía, Alberto Núñez Feijóo y Juanma Moreno, respectivamente. Ellos dos abrieron esa espita unas horas antes del cónclave. Feijóo no acudió porque tenía sesión de control en su Parlamento, pero desde allí pidió a Casado «ensanchar» el PP y «abrir» sus puertas para mantenerlo como lo que «siempre ha sido», un «punto de encuentro entre muchas sensibilidades». Moreno subrayó la importancia de que la formación tenga un pie en el centro, porque es donde se encuentran la mayoría de los españoles.

Este paso al frente de los dos barones allanó el camino del resto. Hacía años que no se recordaba un comité ejecutivo tan largo. Con Mariano Rajoy eran pocos los que pedían la palabra tras escuchar al secretario general (Teodoro García Egea, en este caso) y al presidente. Pero este martes más de una decena quisieron hablar ante el vértigo que sienten por la proximidad del 26-M.

Según varios de los presentes, ninguno puso en duda el liderazgo de Casado ni de García Egea, pero sí que les encargaron algunas tareas. Tras meandros discursivos para señalar que con otros comicios no es positivo abrir el partido en canal, varios coincidieron en la necesidad de moderar el tono y no descuidar el centro a la vista del salto de Cs (de 32 a 57 escaños). Sí que se habló en concreto de los errores de Maroto como responsable de la campaña, aunque nadie se quejó en público del intervencionismo de Casado en todas las decisiones, algo que muchos dirigentes lamentan en privado.

ATAQUE A ABASCAL

Tras esa primera parte del comité, el líder conservador ofreció una rueda de prensa antes de volver con sus barones para almorzar. En la conferencia, admitió su error de no haber sacudido a Vox y Ciudadanos en campaña. A Abascal, por primera vez, le afeó ser tan poco agradecido con el PP, del que fue dirigente en el País Vasco. «Ha estado cobrando de chiringuitos y mamandurrias, como dice él, hasta antes de ayer», le lanzó dando por hecho que el organismo en el que trabajaba, Fundación para el Mecenazgo y el Patrocinio Social, subvencionado por la Comunidad de Madrid (PP), es eso, un «chiringuito». Abascal le afeó que los «insultara». «Se os está poniendo cara de UCD», escribió en un tuit.

El líder del PP aseguró que está dispuesto a volcarse en reconstruir el PP «piedra a piedra», tras la moción de censura, la corrupción y el 28-A. Esta idea la leyó en unas notas que llevaba. Parece que el Casado al que le gusta salir a hablar sin papeles, improvisador e impulsivo, el que insultó a Sánchez o el que mencionó la expresión «manos manchadas de sangre», está cambiando. Negó que piense en dimitir si el 26-M vuelve a ir mal. «Tengo un mandato de cuatro años», afirmó. «Espero no tener que llegar al tercer intento para gobernar España, estoy convencido de que será al segundo», declaró en referencia a que su mentor y asesor estos meses, José María Aznar, y Rajoy llegaron a la Moncloa en las terceras generales a las que se presentaron.