Cuando Pablo Casado ganó las primarias a Soraya Sáenz de Santamaría, el pasado mes de julio, dos veteranos del partido coincidieron en una expresión que se ha escuchado como un eco en Génova: Es un diamante en bruto. Tiene buen material, pero no está tallado. El examen de las elecciones generales le ha llegado demasiado pronto. Ni José María Aznar ni Mariano Rajoy lograron gobernar a la primera, como él mismo decía estas semanas atrás. Él tampoco y puede que no pueda volver a intentarlo.

Casado (Palencia, 1981) sabe que más que vencer en el congreso interno lo que ocurrió es que la exvicepresidenta perdió. Por su desprecio al partido durante años, por su altivez, por lo que fuera, pero la todopoderosa Sáenz de Santamaría no pudo imponerse a un joven político apoyado por el aznarismo, bregado en tertulias y que, con su sonrisa, lograba transmitir una cercanía imposible de aprender ni con diez oposiciones aprobadas a abogado del Estado. Casado dio el paso al frente en el momento oportuno y se encontró a los rivales adecuados.

El actual presidente del PP no fue un estudiante ejemplar. En su haber, la licenciatura en Derecho; conseguida en Madrid con un acelerón final inverosímil a la vista del ritmo académico de los ocho años que llevaba matriculado. Y tampoco luce en su currículum ese máster del que nunca quiso mostrar sus trabajos a la prensa. Bueno, sí, los enseñó en una reunión de hora y media, pero no pudimos tocarlos. Tras sendas investigaciones, la Complutense no consideró anómalo que Casado sacara la mitad de Derecho en cuatro meses y el Supremo rechazó investigarle por el máster porque, aunque vio indicios de que pudo recibir trato de favor, sostuvo que eso no sería delito. A partir de septiembre, Casado pudo empezar a construir su presidencia sin esos dos asuntos pendientes. La suerte y los tiempos volvieron a sonreírle.

Sin embargo, esa 'baraka' no le ha acompañado en el momento más determinante de su vida política. Una carrera que empezó como diputado en la Asamblea de Madrid (2007) y con dos mentores de peso, Esperanza Aguirre y José María Aznar, con el que dio 20 vueltas al mundo como director de gabinete, entre 2009 y 2011. En esa época aprendió mucho. Pese a lo que pueda parecer, Casado ha leído más que Pedro Sánchez y Albert Rivera juntos, dice un diplomático que lo trató en sus inicios.

Cuando llegó a la cúspide, el nuevo presidente fue fiel a su padrino, rescató a sus colaboradores de aquella época de principios de siglo y recuperó los "principios y los valores del PP" que ambos consideran que Rajoy abandonó. Pero el proceso de derechización al que ha sometido al partido para intentar cerrar la fuga de votos a Vox no ha surtido efecto y ha levantado unas ampollas que pueden empezar a explotar en cualquier momento. En su equipo dan por hecho que, tras el batacazo histórico, la tregua alcanzará hasta las municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo. Después ya se verá.