Parecía que iba a acabarse la campaña sin que llegara y en el penúltimo día, por fin, la amenaza de trasvase entró en la pugna política. Un documento publicado por el digital Hoy Aragón en el que se planteaba la intención del Ministerio de Transición Ecológica de trasvasar 5 hectómetros cúbicos para el abastecimiento urbano de Santander (que se abastece mediante un trasvase del Ebro desde hace años) destapó una caja de los truenos que, sin embargo, se fueron desinflando con el paso de la mañana. El ministerio y el Gobierno de Aragón pronto desmintieron que ese documento fuera a convertirse en realidad.

A pesar de ello, el candidato del PP, Eloy Suárez, fue tajante al asegurar que «hoy los aragoneses nos hemos despertado con un trasvase», y acusó a Pedro Sánchez y a Javier Lambán de haberlo escondido. Suárez explicó que se había hecho de «tapadillo» y fraccionado porque al ser únicamente de cinco hectómetros cúbicos no se tiene que convocar la diputación permanente del Congreso para votarlo y se puede aprobar a través del Consejo de Ministros.

La polémica se hizo grotesca al ver cómo se apuntó al carro el candidato autonómico de Cs, que lleva en su programa la «interrelación de cuencas», para condenar las intenciones del Gobierno.

Fuentes del ministerio descartaron que ese documento siguiera adelante. Aseguran que se previó un procedimiento en previsión de que este año, ante la sequía, hubiera problemas en verano en una zona que se superpuebla en vacaciones. Las lluvias de primavera frenaron esa intención. El Instituto Aragonés del Agua -que por razones estatutarias debe emitir informe preceptivo- tuvo conocimiento de ese documento pero no emitió informe al considerar que no estaba desarrollado técnicamente. El Gobierno de Aragón recalcó que se oponen a los trasvases. El consejero Joaquín Olona habló ayer con el ministerio y, según indicó, le dijeron que este proyecto está descartado. Por tanto, papel mojado. En cualquier caso, indicaron que su no es rotundo.

Sucedió algo similar cuando el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero proyectó un minitrasvase a Barcelona ante posibles problemas de abastecimiento y, de nuevo la lluvia, frenó la polémica que se creó en Aragón, con un PP que intentó demostrar que el PSOE es un partido trasvasista.

Por tanto, la polémica de ayer resultó un tanto forzada, pero es de obligado cumplimiento en Aragón hablar de trasvases que nunca se hacen. En realidad, los dos proyectos realmente trasvasistas y desmesurados se hicieron a principios de los 90, por parte del PSOE de Felipe González y José Borrell, y de principios del siglo XXI por José María Aznar, Jaume Matas y Miguel Ángel Arias Cañete. El PP de Aragón, precisamente, se enfrentó a ellos. Y consiguió en su partido una posición común que ahora, sin embargo, también se tambalea. Ayer mismo, lo hizo el presidente del PP de Murcia en un mitin, defendiendo que su partido -como también recoge el programa- defiende y apoya los trasvases y la solidaridad entre los territorios. Por tanto, de nuevo el agua y la amenaza del trasvase volvieron por un día a la campaña. Pero la que un día se bautizó como guerra del agua hoy, al menos hoy, no es una de las principales preocupaciones políticas. A pesar de ello, siempre está ahí, como arma arrojadiza.

Un debate tan complejo como es la planificación hidrológica requeriría algo más de sosiego. Pero eso es siempre complicado en tiempos de letra gorda.