Izquierda Unida regresaba al pabellón Siglo XXI, casi año y medio después de que grupos de ultraderecha les acorralaran, en septiembre del 2017, por un acto en el que pedían diálogo para Cataluña. Ante unas 750 personas ayer, el coordinador general de IU federal, Alberto Garzón, aterrizaba en el mitin central en Aragón, junto a los candidatos de las tres provincias, para recordar que se ha «logrado frenar a las derechas radicalizadas, pero que nadie se relaje». Llega la cita del 26 de mayo y les pidió sacar el «instinto de clase», el de la trabajadora, para hacer frente al «incremento de la desigualdad» y de la «precariedad» que otra clase, la de los poderosos, quieren consolidar como normalizado y «con una impunidad tremenda».

El líder nacional de IU invitó a los asistentes a hacer y difundir una «reflexión política del momento y pedir el voto, incluso a aquellos cuñados que no son muy de izquierdas, para que no se escape ninguno» el 26-M. Porque otros, como los bancos, las grandes empresas o los partidos de derechas ya lo están haciendo y sacando su instinto: «Sus políticas siempre son de clase», dijo.

Garzón echó mano de las palabras del multimillonario Warren Buffett, que dijo «hay una guerra de clases y la estamos ganando los ricos», y de la nómina de Ana Patricia Botín, «que cobra 29.000 euros al día» por presidir el Banco Santander. «Cuando ella dice que lo mejor para este país es que no haya ningún rojo acercándose al Gobierno, ya sé por dónde hay que ir», entonó el líder de IU para meterse a la grada en el bolsillo y rescatar otra de sus ideas fuerza: El mensaje directo al PSOE, que no ha dicho con quien quiere gobernar, de que «no valen los acuerdos con Cs, los únicos posibles son por aquí, por la izquierda», advirtió.

Tanto él como el candidato de IU a la Presidencia de Aragón, Álvaro Sanz, dibujaron a los socialistas como un partido «que se conforma» con revertir los recortes del PP en los servicios públicos pero que no combate esa desigualdad estructural, ni esa «corrupción legal que se hace sin que te metan en la cárcel que es privatizar, meter dinero público en manos privadas» a través de externalizar esos mismos servicios de todos. Ambos llamaron a «intervenir» en una economía que genera precariedad con «cualquier coartada posible».

En este sentido, Garzón ensalzó la labor de Pedro Santisteve y la confluencia de Zaragoza en Común en la capital aragonesa, porque, como el resto de sus candidatos para el 26-M, son «gente honesta y honrada» que «no van a claudicar ni son una izquierda moldeable», porque han «entendido que hay líneas rojas inadmisibles y contra determinados derechos no hay negociación».

Garzón urgió cambiar esa España «más regresiva» en la que que están juzgando a personas «por decir cosas como que los Borbones son unos ladrones, una verdad que debería acabar en cualquier libro de Historia». Pero que cuando la ciudadanía se organiza y se une «el miedo cambia de bando». Así, se comprometió a hacer que su hija Olivia mañana «mire a su pasado con el mismo orgullo con el que yo miro a las generaciones de mi pasado, porque los derechos no cayeron del cielo, fue por gente que se opuso a la adversidad. No son elementos de un museo, son parte del futuro», concluyó.

El candidato en Aragón empezó su intervención felicitando a un militante ejemplar, el conductor del bus que salvó recientemente a una mujer de ser degollada en Miralbueno, estaba entre el público.

En su discurso también apeló a combatir esas desigualdades y luchar «en favor de la gente sencilla», y a no «arredrarse frente a los poderosos». «No elegimos moderación cuando lo que hay delante requiere una respuesta y es la desigualdad», defendió, para asegurar que el 26-M lo que está en juego es «la dignificación de la democracia». Y remarcó su apoyo a Santisteve y a ZeC siendo más explícito con Podemos: «No votéis copias», dijo, «ni por quienes, hay que decirlo con claridad, han elegido hacer cálculos y han roto la unidad», dijo Sanz.

El candidato autonómico apeló al Aragón «que no se resigna» frente a un modelo en el que «donde antes había un empleo ahora hay tres por menos salarios». Rechazó esas «derechas carpetovetónicas, corruptas y reaccionarias» y a los «mequetrefes que tratan de intimidar con el baile del aguilucho». «No os tenemos miedo», apostilló.