A las 00.54 horas cuando Luis María Beamonte y Jorge Azcón accedían a una de las salas del hotel Petronila sonó la música. Alto y fuerte. También los aplausos y los vítores. La imagen distaba mucho de la del pasado 28 de abril, cuando el batacazo nacional solo dejo entrever caras largas. Sin embargo, ayer era otro día, otro escenario y otro hotel. La entrada de los candidatos fue triunfal, como si fueran los auténticos ganadores, ante una militancia y simpatizantes venidos a más.

Porque, a pesar de la pérdida de votos tanto en las Cortes de Aragón (138.000 frente a los 183.654 del 2015) como en el Ayuntamiento de Zaragoza (87.554 por los 71.818 de hace cuatro años), los populares creen. Se ven con opciones de entrar en el Gobierno de Aragón, donde pierden 5 diputados y se quedan con 16. Pueden pactar porque la derecha suma. Y ayer a Beamonte ya le corearon Presidente, presidente. También a Jorge Azcón le gritaron Alcalde, alcalde, ya que podría devolver al PP la Alcaldía de Zaragoza a pesar de contar con dos concejales menos (tendrá 8 frente a 10 que tenía ahora).

Todas las opciones que hace cuatro años dejaron al PP sin la posibilidad de pactar se abren ahora en un escenario donde la centroderecha se lo cree. Y donde, a partir de hoy, va a empezar a negociar «para crear un modelo diferente al de la izquierda radical», dijo un Beamonte exultante. «Debemos estar satisfechos con el trabajo y con los resultados, pero también hay que ser prudentes. No es día para decir cosas que no hay que decir. Hoy nos toca disfrutar y mañana (por hoy) mismo iniciaremos el trabajo para devolver la ilusión a muchos aragoneses», señaló.

Azcón habló de «acabar con la crispación» del Ayuntamiento de Zaragoza. «Hay una mayoría de centroderecha que tiene derecho a gobernar para que Zaragoza deje de ser la única ciudad donde durante 16 años seguidos gobierne la izquierda», dijo el popular, que prometió un cambio «tranquilo», alejado de los «enfrentamientos».

A expensas de los pactos, los populares acabaron la noche con un sabor dulce porque las expectativas eran menores a primera hora de la noche. Haber dejado votos por el camino no pareció importar. El partido se creció. «Estamos ahí. Creámoslo porque es cierto», dijo Beamonte.